En torno a un 80 por ciento de las solicitudes de dispensa por parte de sacerdotes se deben a que han tenido un hijo. El dato, inédito hasta la fecha, ha sido expuesto por el el prefecto de la Congregación del Clero, el cardenal Beniamino Stella, en una entrevista al portal oficial del Vaticano VaticanNews y en L’Osservatore Romano: “Un cálculo aproximado de las solicitudes de dispensa muestra que alrededor del 80 por ciento de ellas implican la presencia de prole, aunque a menudo concebida tras el abandono del mismo ministerio”.
Las declaraciones de Stella al director editorial de la Santa Sede, Andrea Tornielli, responden a la polémica suscitada la pasada semana después de que The New York Times revelara que la Santa Sede contaba con un “protocolo secreto” para actuar en estos casos. Stella, por su parte, aclaró que más bien se trata de un documento interno de carácter “técnico para los colaboradores del Dicasterio con el que dejarse guiar”. “Solo por esta razón no ha sido publicado”, subraya, a la vez que aclara que “se trata de una herramienta de trabajo a la que hay que remitirse cuando se produce tal situación”
El cardenal Stella ha precisado, en cualquier caso, que la cuestión de la descendencia de sacerdotes en los expedientes relativos a las dispensas sacerdotales ha sido tratada, de hecho, como una causa prácticamente “automática” para que la dispensa se logre “en el menor tiempo posible, un par de meses”. Así, el proceso a seguir se definió cuando era prefecto el cardenal Claudio Hummes y bajo el visto bueno de Benedicto XVI.
“Salvaguardar el derecho de los niños”
Se respondía así “a los casos de sacerdotes menores de 40 años con descendencia, proponiendo hacer que ellos obtuvieran la dispensa sin esperar el cumplimiento de los cuarenta años, tal como lo estipulan las normas de aquel tiempo”, señala el actual “ministro” para el clero, que justifica la reforma con “el objetivo principal salvaguardar el bien de la descendencia, es decir, el derecho de los niños a tener un padre y una madre a su lado”.
Además, Stella aclara que este proceso se considera “irreversible” y exige que el sacerdote abandone el estado clerical aunque se considere apto para el ministerio. Los problemas aparecen cuando el sacerdote que ha tenido descendencia no quiere pedir la dispensa porque la relación con la madre del menor ha cesado o quiere seguir ejerciendo el ministerio.
“Obviamente, un hijo es siempre un regalo de Dios, no importa cómo haya nacido. La pérdida del estado clerical se da porque la responsabilidad parental crea una serie de obligaciones permanentes”, explica el máximo responsable de esta cuestión en el Vaticano, que apenas hay “excepeciones”, como el caso en que el recién nacido pasa a formar parte de una familia ya consolidada, en la que otro padre asume con respecto a él el papel de padre; o cuando se trata de sacerdotes con hijos que ya son “maduros”, de 20 a 30 años.
Stella también subraya en la entrevista que a través de estas medidas “no se trata solo del sustento económico necesario” sino de “acompañar el crecimiento del niño con el afecto de los padres, una educación adecuada y todo lo que implica un ejercicio efectivo y responsable de la paternidad, especialmente en los primeros años de vida”.