El obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez considera que “en Nicaragua se ha intentado dialogar y, tras varios fracasos, estamos viviendo una segunda etapa de un diálogo que busca no solo una sociedad justa, sino reconciliada. La Iglesia, con sus obispos y religiosos, han tenido y tienen un papel muy importante”. Así lo ha manifestado en Madrid durante la presentación el simposio conmemorativo con motivo del 75º aniversario la revista Vida Religiosa. La publicación de los claretianos llega a esta celebración alcanzando a más de 8.000 comunidades de consagrados en más de 85 países, produciendo anualmente más de mil páginas.
Durante el primer diálogo para acabar con el conflicto en el que está sumido el país, la Iglesia ejerció de mediadora, ahora solo aparece como observadora, algo que podría ser interpretado como un ninguneo por parte del presidente Daniel Ortega. “Con tal de abrir caminos, a la Iglesia no le importa el título que nos den ni el rol que juguemos. Lo importante es el encuentro y nos alegra que se abra este sendero para ver si se solucionan los problemas. Hay que tener esperanza, porque el problema que tenemos es complejo. Un signo, por pequeña semilla de mostaza que parezca, puede ser una rama del Reino de Dios”, comentó.
En busca de una alianza cívica
“El deterioro de la democracia en Nicaragua es tal que ya no hay partidos de oposición contra el régimen actual”, subrayó el obispo, que reconoció que la propia Iglesia estructuró una “alianza cívica” de ciudadanos para mostrar una voz de oposición. “Este grupo ha logrado sobrevivir, no es un partido político, sino de la sociedad civil, que está presente en la mesa de diálogo. Es un grupo incompleto porque unos están en la cárcel y otros exiliados”, detalló.
Sobre la liberación de los presos conocida ayer señaló que “no podemos menos que alegrarnos, aun cuando la decisión es cuanto menos ambigua, en tanto que se ha liberado cárcel por cárcel y se ha hecho a una parte mínima, los procesos no están ajustados a derecho… Pero hemos aprendido a alegrarnos por los pequeños signos que hay”.
La institución más creíble
“Vengo de un país que actualmente vive una crisis política con dimensiones humanitarias muy dramáticas, falta de respeto a los derechos humanos, polarización económica y profundo desequilibrio económico. Pero doy gracias a Dios porque vengo de una Iglesia significativa que se ha convertido en la institución más creíble del país”, apuntó.
“Esta credibilidad no es fruto de una estrategia, sino que la Iglesia de Nicaragua siempre ha estado con las bases, y en los últimos meses hemos mostrado un rostro compasivo abriendo nuestra Iglesias, incluso perdiendo nuestra buena fama por poner por delante la vida de las personas, todo en nombre de Jesús, sin temor a que nos etiqueten”, reflexionó en alto el obispo.
El rostro samaritano
En este mismo sentido, defendió que la Iglesia “ha mostrado su rostro samaritano en medio del sufrimiento porque ha sido capaz de no cerrar los ojos a la realidad. Ha visto la realidad como la ve Jesús, actuando con pasión, de modo esperanzador, dando consuelo, protegiendo y también denunciando, todo al servicio del Reino de Dios”.
“Se nos acusa de ser un medidador parcializado, que ejercemos de oposición”, lamentó, pero señaló que “es difícil ser mediador en la mesa y pastor en la calle, cuando sales y ves a la gente muriéndose y pasando hambre”.
Pastor del pueblo
En relación a su papel destacado en este conflicto, aseguró que “no he sido líder de nada, simplemente he sido un pastor del pueblo, lo más fiel al mensaje de Jesús y lo más cercano a la gente”. “Ha habido campañas contra mí y sí he tenido miedo, porque sería imposible no tener miedo frente a las amenazas y la persecución que hemos sufrido todos los nicaragüenses. lo importante no es tener miedo, sino saberlo gestionar y administrar para que no te paralice en la oración e iluminándolo con la palabra de Dios, porque me ha ayudado a entender el miedo de la gente”.
“En ningún momento he pensado en tirar la toalla –comentó el prelado carmelita–, porque no estoy ligado ni a partido político ni a grupo social. Mi permanencia solo se puede entender desde la fe, como un seguidor de Jesús, la fe sostiene mi vida. Nunca he pensado en dejar a mi pueblo lejos. Estaré ahí mientras discierna la voluntad de Dios”.
Hacia la desideologización
“Aunque uno no se lo proponga, las acciones que realiza, se interpretan políticamente. Abrir la catedral de Managua para acoger a jóvenes heridos tenía una intención evangélica, a favor de la vida, aunque por algunos fue visto como una postura en contra del Gobierno. Esto ha traído consecuencias: hemos sido víctimas de persecución, de burla y de agresiones físicas”, denunció.
En esta misma línea, se sinceró: “Sin embargo, cuando se abre de nuevo la puerta al diálogo, en quien se piensa es en la Iglesia, porque la gente confía en lo que decimos los obispos. Debemos desideologizarnos lo más que podamos porque tenemos que ser pastores de todos: el que esté completamente desideologizado, que tire la primera piedra”.
“En Nicaragua hemos descubierto en estos meses algo que el Papa nos recuerda constantemente: el camino es el diálogo, el diálogo es el único modo de llegar a una paz que brote de la justicia, que abra senderos de democratización en un país que ha ido deteriorándose con todas las consecuencias económicas y sociales gravísimas que esto trae”, insistió el obispo.
El camino de Ernesto Cardenal
En relación a la rehabilitación de Ernesto Cardenal en su ministerio presbiteral, cuando se enteró de forma no oficial de la noticia, “creí que llegaba el final de su vida, no quise perder tiempo y fui a verlo al hospital”. “Hablamos de la situación de Nicaragua y le pedí su bendición, porque la necesito. Sus lágrimas y las mías se juntaron en ese momento y nos dimos un abrazo muy sincero”, desveló Báez: “Puedo decirles que tengo mucha simpatía por el camino que ha hecho Cardenal como sacerdote a lo largo de los años. Ha ido cambiando sus posiciones ideológicas a la luz de la fe a lo largo de los años”.
Preguntado por Venezuela, defendió que “hay que mantener el diálogo hasta donde no se pueda, pero, ¿quién determina cuando se ha acabado la dinámica del diálogo? Lo fundamental es la libertad de dialogar, de apostar por la no violencia”.