Esta semana, del 26 al 28 de febrero, se dieron cita en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) en Bogotá, los representantes de la vida consagrada de las regiones y las jurisdicciones eclesiásticas del país, convocados por la CEC y la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) para reflexionar sobre la identidad, los carismas, la comunión y la misión de los consagrados en el seno de la Iglesia colombiana. Marta Escobar, carmelita misionera y secretaria general de la CRC hace un balance de las jornadas:
Encuentro de comunión eclesial
PREGUNTA.- ¿Qué ha dejado este encuentro nacional de representantes de vida consagrada?
RESPUESTA.- El Encuentro bien podría llamarse también ‘encuentro de comunión eclesial’ y sin duda alguna es el mayor fruto del mismo: un encuentro fraterno en el cual tanto los vicarios y delegados diocesanos para la vida consagrada, como los religiosos y miembros de los Instituto Seculares, nos encontramos, reconocimos los valores que cada estamento ofrece a la vida de la Iglesia en el país, descubrimos la necesidad del fomento de una relaciones fluidas, constructivas, solidarias, en una palabra, ‘testimoniales’, que contribuyan a hacer más creíble el Evangelio de Jesús, con gestos sencillos de cercanía, diálogo, apoyo, servicio e interés mutuo.
Volver a lo esencial
P.- ¿Qué está dispuesta a aportar de la vida consagrada desde la riqueza de sus carismas?
R.- La vida consagrada en sus múltiples expresiones –secular y religiosa–, es una invitación constante a descubrir lo esencial del evangelio frente a las múltiples ofertas que presenta la sociedad del consumismo desbordado, el individualismo y la indiferencia frente al otro, la búsqueda desmedida del placer y el afán por el poder.
Esta opción por el seguimiento de Jesús es una opción por la conversión constante, centrando la vida en Él, descubriéndolo en el otro, haciendo lo que hizo siempre el Maestro: entregar la vida sin reserva.
“Es necesario insistir en la base humana”
P.- La Iglesia atraviesa momentos desafiantes en los que necesita afianzar e incluso recuperar su credibilidad, ¿este asunto fue abordado durante el encuentro, por ejemplo desde el punto de vista de la formación?
R.- En los talleres que realizamos se hicieron constataciones frente al tema de la formación, la cual debe abarcar la vida entera del consagrado. Es necesario insistir en la base humana de los candidatos, sobre la que se construye la consagración. Una formación integral no suprime las crisis, pero contribuye a que éstas produzcan los frutos deseados de discernimiento, opciones conscientes, acordes a la realidad y a las necesidades de cada individuo.
‘Mutuas relationes’
P.- ¿Qué papel cumple la jerarquía eclesial de cara a la misión de la vida consagrada?
Los carismas particulares en la vida consagrada ofrecen a la Iglesia una riqueza invaluable, tanto en su dimensión espiritual, don del Espíritu que es inagotable, como en sus expresiones misioneras, a través de las cuales el Evangelio se hace cercano al hombre de todos los tiempos y se entrega el amor y la misericordia de Dios a cada uno de sus hijos.
En este ámbito, el servicio de la jerarquía eclesial y de sus vicarios o delegados, cumple una misión fundamental que reclama cercanía, conocimiento y acompañamiento, de manera especial a las nuevas expresiones de vida consagrada.