Con “temor, temblor y estupor”. Así recibió Sebastián Chico Martínez la noticia de su nombramiento como obispo auxiliar de Cartagena, hecha pública el 20 de febrero. En apenas tres meses, el 11 de mayo –víspera de su 51 cumpleaños–, recibirá la ordenación episcopal para ponerse al servicio, ahora de otra manera, de su obispo, José Manuel Lorca Planes, para, como señala a Vida Nueva, “ayudarle a estar mucho más cerca del pueblo en la labor episcopal y acometer nuevos proyectos”.
PREGUNTA.- Usted ha dicho que su primer objetivo es ser un hombre de esperanza. ¿Y cómo se hace eso hoy día?
RESPUESTA.- Es muy sencillo, si tenemos muy claro que no solo los obispos, sino todos, estamos llamados a ser hombres de esperanza, porque nuestra esperanza está enraizada en Jesús de Nazaret. Y mi gran deseo es que ese estar enraizado en Cristo sea algo pleno y que, de ahí, nazca esa esperanza, siendo profeta y servidor de Cristo en medio del mundo.
P.- Su nombramiento coincide con la celebración de la cumbre antiabusos en Roma. ¿Cómo le interpela como nuevo miembro del colegio episcopal?
R.- Estando totalmente al lado y en comunión con la preocupación y el deseo de erradicación de esa lacra mostrada por el Santo Padre, que en agosto pasado nos escribió una Carta al Pueblo de Dios, que nosotros hemos trabajado en el seminario. Una carta en la que Francisco no solo nos hablaba de los abusos sexuales, sino de los de poder y de conciencia. Y ante los abusos, no se pueden escatimar esfuerzos. Hay que afrontarlos con total claridad y rotundidad, llegando hasta las últimas consecuencias. Estamos viviendo una situación muy complicada, pero, en total unión y comunión con el Papa, tenemos que actuar con total dedicación y transparencia.
P.- Experto en pastoral juvenil y rector del seminario menor y mayor, ¿ve usted que los jóvenes de hoy pasan más de la Iglesia que antes?
R.- Hoy un joven no puede pasar de aquello que no conoce. Sus padres sí que podían pasar de la Iglesia, porque la habían conocido. Hoy sus hijos no tienen la oportunidad o la libertad de pasar, no tienen esta opción. Muchos jóvenes desconocen la realidad de nuestra Iglesia. Por tanto, el reto es dar a conocer su gran riqueza, que es Jesucristo, una figura que siempre es atrayente para cualquier persona. Yo lo veo en los jóvenes del seminario: lo primero que les ha impactado ha sido la figura de Jesús. El reto es darlo a conocer y la principal forma es siendo testigos creíbles de él.