Ochenta años después de calzarse las sandalias del Pescador (el 2 de marzo de 1939), el mundo entero podrá, al fin, conocer toda la verdad de uno de los papas más controvertidos de la era contemporánea: Pío XII. Y es que, como acaba de anunciar el papa Francisco, este 4 de marzo en su encuentro en la Sala Clementina con los superiores, empleados y colaboradores del Archivo Secreto Vaticano, el 2 de marzo de 2020 se abrirá de un modo íntegro todo el cuerpo documental relativo al pontificado de Eugenio Pacelli.
Se trata, sin duda, de algo muy esperado por los historiadores especializados, pero también por el gran público, pues sobre Pío XII aún sobrevuela en ciertos ámbitos la sospecha de que no hizo todo lo posible por defender a los judíos frente al Holocausto perpetrado por el nazismo… Sospecha, por cierto, que jamás se dio en vida de Pacelli, que murió en 1958 (sucediéndole Juan XXIII) y al que numerosas comunidades judías agradecieron su apoyo silencioso en un momento ciertamente convulso.
Todo cambió cinco años después, en 1963, cuando se estrenó la obra teatral ‘El vicario’, en la que su autor, Rolf Hochhuth, acusa al Pontífice que haberse mostrado pasivo ante Hitler. La polémica que se generó entonces puso en la picota la imagen de Pío XII, aceptando muchos sin más la denuncia del dramaturgo. Una controversia que se acentuó en 2002, cuando Costa Gavras llevó al cine la obra teatral, bautizada aquí como ‘Amén’.
Con este gesto, Francisco parece querer poner luz de un modo definitivo al pontificado de su predecesor más cuestionado, a quien, en su discurso de esta mañana, ha glosado con especial reverencia, recordando que “se encontró guiando la Barca de Pedro en uno de los momentos más tristes y oscuros del siglo XX, agitado y en buena parte rasgado por el último conflicto mundial, con el consiguiente período de reorganización de las naciones y de reconstrucción de la posguerra”.
“Esta figura –ha proseguido Bergoglio– ya ha sido indagada y estudiada en muchos aspectos, a veces discutida e incluso criticada (podría decirse, con algún prejuicio o exageración). Hoy en día, se reevalúa oportunamente y, todavía más, se coloca bajo la luz adecuada por sus cualidades multifacéticas: sobre todo pastorales, pero también teológicas, ascéticas y diplomáticas”.
En este sentido, el papa jesuita ha recordado que, “por deseo de Benedicto XVI”, los responsables del Archivo Secreto Vaticano y los del Archivo Histórico de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano ya venían trabajando, desde 2006, “en un proyecto común de inventario y preparación de la abundante documentación producida durante el pontificado de Pío XII, parte de la cual ya hicieron consultable mis venerables predecesores san Pablo VI y san Juan Pablo II”.
Tras agradecerles su labor, es cuando Francisco ha anunciado “mi decisión de abrir a la consulta de los investigadores la documentación archivística relacionada con el pontificado de Pío XII, hasta su muerte, en Castel Gandolfo, el 9 de octubre de 1958”. “He decidido –ha añadido– que la apertura de los Archivos Vaticanos del pontificado de Pío XII tenga lugar el 2 de marzo de 2020, exactamente un año después del ochenta aniversario de la elección al Solio de Pedro de Eugenio Pacelli”.
“Asumo esta decisión –ha recalcado– después de escuchar el parecer de mis colaboradores más cercanos, con ánimo sereno y confiado, seguro de que la investigación histórica seria y objetiva podrá evaluar, en su justa luz, con la crítica apropiada, los momentos de exaltación de aquel pontífice y, sin duda, también los momentos de graves dificultades, de decisiones atormentadas, de prudencia humana y cristiana, que a algunos podrían haber parecido reticencia y que, en cambio, fueron intentos, humanamente también muy combatidos, por mantener encendida durante los períodos de la oscuridad más intensa y de crueldad la llama de las iniciativas humanitarias, de la diplomacia oculta pero activa, de la esperanza en las posibles buenas aperturas de los corazones”.
“La Iglesia –ha concluido Bergoglio– no tiene miedo de la historia; al contrario, la ama y le gustaría amarla más y mejor, ¡como Dios la ama!”.