A veces desde el humor y otras desde el dramatismo, pero siempre desde la hondura más tierna entrañable, Charles Chaplin fue un personaje clave en una época enormemente compleja y atormentada, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Se ha analizado al genial intérprete de cine mudo (eterno su Charlot, con el que caricaturizó una sociedad mecanizada y que ya corría demasiado rápido) desde muchas ópticas, pero no tanto desde la religiosa.
Aunque de origen judío, el genio británico no era practicante y, de hecho, se definía como agnóstico. Además, mantenía un reverencial respeto por el cristianismo. De hecho, como ha contado Luis María Anson en ‘El Cultural’, su hija, la también actriz Geraldine Chaplin, ha explicado que él “no era enemigo de la religión. Me envió a la escuela más rigurosa que pudo: un internado de monjas en Suiza. Decía que le gustaría creer, pero que no podía”.
El mismo Chaplin se crió con una familia anglicana (aunque sus padres murieron muy pronto y le tuvieron ciertamente desatendido, pasando un tiempo de su infancia en instituciones públicas), siempre adoptó como propias tradiciones culturales cristianas, como la celebración de la Navidad.
Con todo, un momento de especial intensidad humana y espiritual se da en su película ‘El gran dictador’, estrenada en 1940 (en el momento de máxima expansión del nazismo y cuando parecía inevitable su triunfo en la contienda mundial), la primera en la que se adentró en el cine sonoro. En su mítico discurso, en el que el protagonista reivindica la “bondad” y la “humanidad”, se dirige así a todas las personas: “No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de san Lucas se lee: ‘El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres’. Vosotros, los hombres, tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa, y convertirla en una maravillosa aventura”.
¿Hasta qué punto estaba alejado de Dios un hombre que, en su particular Sermón de la Montaña cinematografico, invocaba el Evangelio? Si hay algo seguro es que Chaplin fue un entusiasta humanista. Otra cosa es que lo viviera desde un desgarrador escepticismo… Así, entre sus frases más memorables, destaca esta: “Estoy en paz con Dios, mi conflicto es con los hombres”.
No sabemos si nuestro protagonista creía o no en Dios… Pero, a juicio de Billy Wilder, Él sí creía en el autor de ‘Luces de la ciudad’, ‘Tiempos modernos’ o ‘El chico’: “Al crear a Chaplin, Dios estaba en buena forma. Necesitará uno o dos siglos para hacer otro genio de este calibre”. Esto lo dijo el cineasta tras la muerte de su compañero. ¿Cuándo? Un 25 de diciembre (sí, Navidad) de 1977, en Suiza, a los 88 años.