Más de cien superioras generales y comunidades de religiosas de todo el mundo participaron en el seminario sobre el ejercicio del poder en la vida consagrada y sus aspectos canónicos organizado a través de Internet el pasado lunes, 11 de marzo, por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG). En el simposio promovido por este organismo que aglutina a alrededor de 2.000 congregaciones religiosas femeninas a las que pertenecen más de medio millón de monjas contó con las intervenciones de dos canonistas: Sor Simona Paolini y Sor Tiziana Merletti.
La segunda experta recordó algunos de los términos relacionados con el ejercicio de poder de los que se habló en la reciente cumbre sobre abusos sexuales a menores en la Iglesia celebrada en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, como transparencia o rendición de cuentas. Son conceptos que deben estar muy presentes en la organización de la vida consagrada, destacó Merletti, para evitar que se produzcan ‘zonas de sombra’.
Estas pueden surgir en las situaciones más dispares, como la erección de una nueva comunidad, la relación entre la superiora general y otras superioras, la forma de tratar a las novicias, el respeto a la libertad de conciencia o el control de las cuentas del instituto.
Para responder a las posibles controversias que puedan aparecer Merletti propuso echar mano del código de derecho canónico, que sirve de guía para un ejercicio de gobierno “transparente, valiente a la hora de actuar y humilde en la rendición de cuentas”.
La canonista advirtió sobre el peligro de que entre las religiosas también se produzcan abusos de poder y manifestó su convicción de que nos encontramos ante un “tiempo nuevo” en el que hay que “abrir los ojos y desnudarse de falsas convicciones”.
Paolini, por su parte, dedicó en su intervención la importancia de marcar límites. “La autoridad de la Iglesia no puede ser gestionada arbitrariamente, sino en el camino de la Iglesia”, dijo la experta, proponiendo en cambio un método colegial en la toma de decisiones para que prime el consenso. Quien ejerza la autoridad, subrayó Paolini, debe tener claro que el objetivo último de ese poder no es otro que aumentar la fidelidad a la propia vocación.