A finales de febrero, la Federación de Asociaciones Educativas Religiosas de la Argentina (FAERA) llevó adelante las ‘II Jornadas de Evangelización, Pastoral Educativa y Catequesis’ en el colegio La Salle de Buenos Aires. Participaron maestros de catequesis escolar, profesores de formación religiosa, pastoralistas y religiosos que llegaron de muchas ciudades del país, incluso, algunos que llegaron desde Uruguay. Invitado por SM-PPC, el escolapio español Carles Such Hernández (residente en Lima, Perú, desde hace varios años) tuvo a cargo la animación de la última jornada. Luego, conversó con Vida Nueva.
PREGUNTA.- ¿Cómo se sintió en el encuentro organizado por FAERA? ¿Cómo percibió a la gente durante su presentación?
RESPUESTA.- Reconozco que las dos veces que he podido visitar Argentina, el año pasado en el ENEC 2018 y ahora, y colaborar con mi reflexión me he sentido muy a gusto, sintiendo, como no lo he sentido en otros lugares, que acá está naciendo una reflexión y una práctica que realmente quiere cambiar el “siempre se ha hecho así”. Generalmente, tiendo a informarme, directa o indirectamente, por el estado ‘emocional’ de mi auditorio como fruto de su condición presente (si vienen obligados, con ganas, los recién contratados…). La sorpresa es que recibí un ‘feedback’ muy interesante en las miradas y la escucha de la gente, los percibí realmente interesados.
P.- Siendo español, viviendo desde hace tiempo en Lima, y habiendo visitado también otros países de Latinoamérica, ¿qué nota de común entre los jóvenes? ¿Qué considera que reclaman a los adultos?
R.- Un joven es un joven en cualquier país del mundo. Valga la imagen banal: es como comerte una hamburguesa en un Burger King de Madrid, de Jakarta, de Quito o de Bata, con algunos matices, saben prácticamente igual. En ese sentido, noto que los jóvenes tienen mucho que aportar, pero sin cauces y sin vigor para ello. Son como diamantes en bruto, como tesoros escondidos que requieren ser descubiertos.
Sean de donde sean, sorprende la demanda de coherencia y autenticidad que reclaman a su sociedad, especialmente a sus adultos y, entre ellos, a los que viven en la Iglesia. El reclamo latente del joven de hoy es que cada uno ocupe su lugar: el adolescente que sea adolescente (y no se lo trate como a un adulto con capacidad de decidir hasta su propio sexo); el joven que viva su connatural inmadurez en búsqueda y que no tenga que sustituir el papel adulto (pasando a ser la referencia de muchos adultos en el vestir, juzgar, experimentar, etc.); y que el adulto recupere su espacio como referente de madurez y sabiduría.
La escuela hoy
P.- Frente a los desafíos actuales que tienen tanto jóvenes como adultos educadores, ¿dónde cree que pondría hoy su mirada José de Calasanz?
R.- Sin duda, en la capacidad que tiene la educación para transformar la sociedad. Pero no esta educación estatal que prepara para mantener y hacer perdurar el statu quo materialista y capitalista, sino una educación que provoca la crítica desde la verdad, la bondad y la belleza. Calasanz hoy miraría junto a los niños y jóvenes a sus familias, en especial a las madres. Se hace urgente una promoción evangélica de la mujer y una reeducación del papel masculino en la sociedad.
P.- ¿Cómo ve usted la acción educadora de la escuela en la actualidad?
R.- Lo diré más claro y directo: siento que la escuela ha desenfocado la finalidad para la que ha sido creada. Vivimos una escuela manipulada y maniatada por las ideologías del momento. Aquellos valores que marcaban el horizonte de la escuela, como el saber, el conocer, el fortalecer las voluntades, el crear un sujeto sólido y preparado para la vida, han dado paso a otros que a mi parecer la adulteran o simplemente la desnaturalizan: el sentir, el disfrutar, el aprender jugando, el igualar a todos para limar las diferencias. Por eso, ¡hay mucho que hacer! Esto es más oportunidad que problema.
P.- De las ciudades del mundo que conoce, ¿qué contiendas debe hoy enfrentar la educación formal?
R.- Una fundamental: que recupere su capacidad humanizadora.
La grieta en la educación
P.- En Argentina se vive “una grieta” en torno a la política y a otras cuestiones cotidianas. Los jóvenes viven esa grieta, por ejemplo, entre los pañuelos verde (a favor del aborto) y los pañuelos celestes (a favor de las dos vidas). ¿Qué herramientas y/o estrategias aconsejaría como educador para unir a estas posturas antagónicas?
R.- Primero, no enfrentar. Posicionar la cuestión en bandos y crear la división de partida donde la reflexión y el diálogo quedan ensombrecidos (y casi anulados) por la exacerbación de los sentimientos es una estrategia ‘diabólica’. Necesitamos acercarnos al otro sin prejuicios, poder escucharnos sin prevenciones.
En el ámbito social hemos perdido los espacios-ágora donde los argumentos y el razonamiento prevalecía sobre la manipulación y la demagogia. El mismo hecho de reducirlo todo a portar un pañuelo de un color u otro (que curiosamente son vendidos en el mismo puesto callejero) nos vacuna contra el encuentro. Pablo VI escribió una bellísima exhortación sobre el diálogo que deberíamos retomar, la ‘Ecclesiam suam’. Ahí se aportan caminos de encuentro que nos vendría muy bien transitar en este momento en Argentina.
En segundo lugar, creo que debemos ser todos más humildes. Los que vociferan con argumentos pragmáticos, de pura utilidad material y defensa de la libertad personal, y los que enarbolan la bandera de la verdad única e inquebrantable. Entre otras cosas, porque la verdad no necesita ser defendida porque se acaba imponiendo por sí misma. El testimonio de muchos cristianos que han defendido la vida del no nacido ha posibilitado más enfrentamiento o el replanteamiento e, incluso, el cambio en algunas personas. Luego, más que gritos, necesitamos testimoniar con nuestras palabras, gestos y acciones que realmente defendemos la vida, la de todos. No podemos defender la vida del no nacido arrasando la dignidad del que piensa diferente a mí.
Es necesario suscitar una reflexión científica, ética y política (búsqueda del bien común) seria y de calidad más allá de posturas partidistas. Es posible llegar a acuerdos apelando a nuestra condición pensante. Si las escuelas no hubiesen hecho desaparecer la filosofía y las humanidades en beneficio de los materiales instrumentales (tecnología, idiomas…) quizá estaríamos hablando en otros términos.
Un nuevo libro con Pagola
P.- A propósito de ‘Grupos Jóvenes de Jesús’ (PPC), ¿qué le dejó a usted como religioso y educador la experiencia de trabajar con José Antonio Pagola?
R.- Pagola es un viejo sabio que sueña. Poder trabajar con él es empaparse de Evangelio y tener la posibilidad de ver la realidad con los ojos de Jesús. Conozco a muy pocas personas que empaticen tanto con el sentir del Jesús del evangelio como José Antonio. Y eso es lo que le arde, poder contagiar esto mismo a cuantos más mejor. Poder hacer este viaje invitando a los jóvenes para mí es un regalo que me ayuda como cristiano, como sacerdote y como religioso escolapio.
P.- Se viene un nuevo trabajo Pagola-Such… ¿qué nos puede adelantar?
R.- Continuando con el esquema básico de ‘Grupos de Jesús’, queremos que el grupo se abra a la realidad social. Por eso, este tercer trabajo quiere provocar la presencia de personas de nuestro alrededor que, sin ser creyentes, pueden enriquecerse con la mirada de Jesús y enriquecernos en la relación con ellos. Por ejemplo, vemos un tema desde la mirada de Jesús e invitamos a profesionales que viven desde otra clave, pero que puede ayudarles la propuesta evangélica.
Así al tratar la relación de Jesús con el dinero, proponemos invitar a un empresario, o economista al grupo para descubrir cómo impacta la propuesta de Jesús y, a la vez, cómo podemos dialogar con este mundo desde las claves del Evangelio. Igualmente, con la política, la mujer, los pobres… Creo que será un libro muy bonito para trabajar la conexión del joven con Jesús y el mundo actual.