Vaticano

Parolin: “La Iglesia en China necesita unidad, confianza y un nuevo impulso pastoral”

  • En el prólogo a un libro publicado por La Civiltà Cattolica al que ha tenido acceso Vida Nueva, destaca la importancia de mantener una actitud “de respeto” hacia las “legítimas autoridades” chinas
  • El secretario de Estado reconoce las “resistencias y oposiciones” al acuerdo provisional que la Santa Sede y Pekín firmaron hace seis meses para desatascar el nombramiento de obispos





“La Iglesia en China necesita unidad, confianza y un nuevo impulso pastoral”. Son palabras del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, en el prólogo al libro que será publicado en italiano el próximo martes, 19 de marzo, y que recoge los artículos sobre esta cuestión ofrecidos en los dos últimos años por La Civiltà Cattolica, la prestigiosa revista de la Compañía de Jesús. El volumen, titulado ‘La Iglesia en China: un futuro por escribir’, llega a las librerías precisamente en la semana en que viaja a Italia el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, quien visitará Roma y Palermo.

El libro se publica seis meses después de la firma del histórico acuerdo provisional entre la Santa Sede y Pekín para desatascar el nombramiento de obispos chinos. Aquel documento constituye para Parolin “no tanto un punto de llegada, sino más bien un punto de partida”. En su prefacio, al que ha tenido acceso Vida Nueva, el secretario de Estado reconoce las dificultades para conseguir la unidad de los católicos del país asiático después de décadas de fractura entre las comunidades clandestinas y la Asociación Patriótica Católica China, promovida por las autoridades de Pekín para intentar controlar a los feligreses.

No alimentar desconfianza

“El camino de la unidad no se ha recorrido todavía enteramente y la plena reconciliación entre los católicos chinos y las respectivas comunidades de pertenencia representa hoy un objetivo prioritario”, escribe el ‘número dos’ de la Curia romana. Respondiendo a quienes critican al papa Francisco por haber llegado a un acuerdo con un régimen autoritario, Parolin recuerda que “la universalidad” de la Iglesia “impulsa a la Santa Sede a no alimentar desconfianza u hostilidad hacia ningún país”.

Se intenta en cambio recorrer el camino “del diálogo para superar las distancias, vencer las incomprensiones y evitar nuevas contradicciones”. El secretario de Estado va un paso más allá al subrayar cómo el anuncio del Evangelio en China no puede ir separado de una actitud “de respeto, de estima y de confianza” hacia las “legítimas autoridades” del pueblo chino.

Negociación desde los 80

‘La Iglesia en China: un futuro por escribir’, el segundo libro que el director de La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, coordina sobre esta cuestión, tiene en su portada la palabra china ‘futuro’, compuesta por los pictogramas ‘adelante’ y ‘camino’. Para Parolin son una buena síntesis del recorrido de diálogo a diversos niveles que, desde los años 80 del siglo pasado, han desarrollado el Vaticano y Pekín para tratar de acercar posiciones tras la ruptura de las relaciones diplomáticas en 1951 con el triunfo del comunismo.

El intento de que ambas partes sigan dando pasos adelante hacia la reconciliación no está exento de dificultades y debe afrontar “resistencias y oposiciones”, reconoce el secretario de Estado, quien desea que iniciativas culturales como el libro publicado por La Civiltà Cattolica sirvan para ayudar a superar “la lógica de las fáciles contradicciones”. También espera que contribuyan a entender la “complejidad del desafío cultural, social y religioso de la China de hoy y a deshacer progresivamente los nudos que todavía impiden la alegría de un encuentro fecundo”.

Parolin, en su conclusión, manifiesta su voluntad de que se pueda escribir “una página nueva para el futuro de la Iglesia en China” en la que no se olvide “el tesoro espiritual de las comunidades católicas locales”, en especial los “graves sufrimientos e incomprensiones” que han afrontado durante décadas los fieles. La apuesta en juego es muy alta, pues la evangelización del gigante asiático sigue siendo hoy “un desafío decisivo para toda la catolicidad”.

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