La sexta edición de la Copa de la Fe ya tiene sede. La diócesis de Chiquinquirá –animada por los frailes dominicos– recibirá a casi 700 deportistas provenientes de distintas jurisdicciones eclesiásticas de Colombia y de otros países latinoamericanos, quienes comparten dos pasiones: el fútbol y el ministerio sacerdotal.
Desde el inicio de este particular certamen –en 2013–, que año tras año lidera la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), se ha sostenido que el único requisito para participar en el torneo es ¡ser sacerdote!, aunque este requerimiento no aplica para el director técnico.
En esta oportunidad, el escenario de la ‘Copa de la Fe 2019’ será la ‘capital mariana’ de Colombia, Chiquinquirá, ubicada a tres horas de Bogotá, y se desarrollará del 7 al 11 de octubre.
Centenario de la ‘reina de Colombia’
Esta “expresión de pastoral sacerdotal y de evangelización a través del deporte”, como ha referido el secretario general de la CEC, Elkin Fernando Álvarez Botero, será una oportunidad para manifestar “la profunda devoción mariana y la alegría nacional con motivo de los cien años de la coronación de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá como reina y patrona de Colombia”.
En el acto de oficialización de la sede de esta nueva versión de la ‘Copa de la Fe’, realizado el pasado 14 de marzo, estuvieron presentes el obispo de Chiquinquirá, Luis Felipe Sánchez; el rector del santuario mariano, fray Carlos Mario Alzate; el director de comunicaciones de la CEC, el presbítero Jaime Marenco; la comunidad de frailes dominicos; y distintas personalidades gubernamentales del municipio, en cabeza del alcalde, César Carrillo, según ha informado la CEC a través de su portal.
Por su parte, el comité organizador de la Copa, liderado por el obispo diocesano, ha anunciado que después de Semana Santa se abrirán las inscripciones a los equipos de las jurisdicciones eclesiásticas que participarán este año.
En 2018, el equipo de la arquidiócesis de Guadalajara (en la foto) se llevó el trofeo durante el campeonato que se disputó en la diócesis de Cúcuta, en la frontera colombo-velezolana, inspirado por el lema “la fraternidad no tiene fronteras”.