El secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, aseguró este martes, 19 de marzo, que la Iglesia católica “no va a dejar nunca de prestar atención a los enfermos” y subrayó la importancia de volcarse con las “nuevas pobrezas sanitarias”, entre las que citó las enfermedades crónicas y raras y los desequilibrios mentales, así como a los ancianos y a marginados. “Los últimos serán siempre tutelados”, dijo el ‘número dos’ de la Curia romana durante su visita al hospital infantil Bambino Gesù de Roma, impulsado por el Vaticano, que celebra el 150 aniversario de su fundación.
Ante el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella; la alcaldesa de Roma, Virgina Raggi; el presidente regional del Lacio, Nicola Zingaretti; y otras autoridades, Parolin calificó a la citada clínica de “excelencia a nivel europeo y mundial” y recordó que se trata del centro europeo de investigación sobre pediatría “más grande de Europa”. La sanación, destacó, pasa “necesariamente por la investigación”, por lo que resulta “esencial” invertir en “innovación científica” para así poder “responder a los desafíos del futuro”.
Actitud profética
En su discurso, Parolin subrayó que el nacimiento del hospital infantil Bambino Gesù se produjo en un momento en el que no había centros médicos dedicados de forma específica a los niños. Se trató, a su juicio, de un caso de actitud “profética” al saber responder a una necesidad “anticipándose a la sociedad civil”. Su creación fue un ejemplo de la “fantasía de la caridad” de la que hablaba san Juan Pablo II en su exhortación apostólica ‘Novo Millennio Ineunte’, publicada tras la conclusión del Jubileo del 2000.
El hospital infantil Bambino Gesù está hoy encuadrado dentro del sistema sanitaria público italiano, pero ello no implica que renuncie a ser una “expresión de la Iglesia católica”. Por eso tiene una vocación “universal” que le lleva a promover iniciativas en “las periferias del mundo”, señaló el secretario de Estado, poniendo como ejemplo la colaboración prestada para la reciente apertura de uno hospital en Bangui, capital de la República Centroafricana, uno de los países más pobres del mundo.