Tan carismática como conflictiva. Así la definen muchos referentes mediáticos a Hebe de Bonifini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo. Su situación como madre de hijos desaparecidos en la última dictadura militar argentina, como su posterior lucha por los derechos humanos, la convierten en una mujer fuerte; sin embargo, sus discusiones con distintos sectores sociales, políticos y eclesiales muchas veces molestan también a personas que apoyan su causa.
Esta vez fue el obispo de Avellaneda-Lanús, Rubén Frassia, quien tuvo que aclararle públicamente el motivo por el que él, titular de una diócesis, tuvo que cambiar a un párroco. Es que hace unas semanas, Bonafini había salido a cruzar al prelado por el traslado del cura párroco de la Isla Maciel e integrante del Grupo de Curas en Opción Preferencial por los Pobres (OPPP), Francisco “Paco” Olveira.
En un mensaje emitido por la oficina de prensa de esta iglesia particular, Frassia precisó a la dirigente social que el cambio se produjo porque Olveira “volvió a su diócesis de Merlo-Moreno”, después de que este sacerdote le comunicara en febrero de 2018 que su tiempo en la Isla Maciel ya había llegado “a su techo”, y negó que esté “desterrado” como lo dijo este presbítero en un video.
Ante el pedido que Bonafini le hizo al obispo para que reponga “todo lo que el padre Mario –Mario Ghisaura es el párroco que suplantó a Olveira en Isla Maciel– ‘tiró y arrancó con mucho odio de la capilla’” y los dichos del padre Paco en cuanto a que el nuevo párroco tapó “el mural con Hebe y los desaparecidos de la Isla Maciel”, Frassia respondió que esa afirmación era falsa. El obispo añadió: “Nadie critica la opción personal por un partido político o por una opción dentro de la Iglesia, pero también hay que respetar los espacios y la autonomía de las Instituciones cuando estas no violan la ley o pisotean derechos y valores. El padre Paco elige hablar desde un ámbito determinado (las Madres y el Instituto Patria), opciones que, repetimos, son válidas, mientras que por la fuerza no se quieran imponer a la Iglesia y a la Evangelización, simbologías y conductas que en una opción política son lícitas (…), pero en lo religioso, no…”
Finalmente, el obispo añadió: “Respetamos la obra del padre Paco, y la del padre Mario, cada una con su sensibilidad. Como por supuesto respetamos la obra de las Madres de Plaza de Mayo y su contribución a nuestra sociedad e identidad”.
Olveira es un sacerdote incardinado en la diócesis de Merlo-Moreno. Es español, más precisamente, malagueño, pero vive en la Argentina hace varias décadas. Conocedor en profundidad de los avatares sociohistóricos de la Argentina, es hincha de Boca Juniors y admirador de Eva Perón.
Como señalamos anteriormente, hasta hace poco era el párroco de la parroquia Nuestra Señora de Itatí, en la Isla Maciel, un barrio histórico que en otros tiempos estaba rodeado de agua por el Riachuelo, el Río de la Plata y el arroyo Maciel. La obra social, educativa y de promoción humana realizada allí por Olveira fue importante. La gente de la isla lo quiere y lo extraña.
Este sacerdote, durante el gobierno de los Kirchner, se alineó explícitamente a las políticas oficiales y aprovechó esa cercanía para llevar adelante diversas propuestas de promoción para la gente de la isla. Miembro de los curas OPPP, ha participado de distintos actos políticos y de mensajes de apoyo a la ex presidenta Cristina Fernández, situaciones que le ha traído dolores de cabeza a más de un obispo argentino. Asimismo, cercano al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi.
Referente de los grupos de derechos humanos, generó mucha afinidad con las Madres de Plaza de Mayo y con Hebe de Bonafini, referente social que ha castigado duramente con sus palabras al cardenal Jorge Bergoglio, y que también ha vociferado en contra del papa Francisco. Pero cuando asumió Mauricio Macri la presidencia de la Argentina, se acercó al Sumo Pontífice para pedir que intervenga frente a lo que ella consideraba políticas neoliberales que el nuevo presidente quería instaurar en el país del Papa.