Margarita Salas es una de las impulsoras de la investigación científica y la Biología Molecular en Nuestro país. Mientras, Adela Cortina es una filósofa que ha centrado su carrera en un compromiso con la realidad desde la perspectiva de la dignidad de las personas. A pesar de sus dos ámbitos de estudio tan diferentes, ambas se han convertido hoy, 22 de marzo, en las primeras mujeres doctoras ‘Honoris Causa’ de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA).
La ceremonia de investidura ha sido presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, quien ha destacado la necesidad de colaboración entre las distintas ramas del saber, de la razón y de la fe.
La rectora de la UPSA, Mirian Cortés, ha señalado como “un síntoma positivo de la universidad española la visibilización de investigadoras brillantes y mujeres líderes en sus disciplinas para que sirvan de ejemplo y estímulo”, al mismo tiempo que ha subrayado la unión, en esta ceremonia, “de ciencia y filosofía”, lo que tiene para la UPSA “un significado especial”, ya que “nos traslada al primigenio sentido de universitas, que expresa la unidad de los saberes, la necesidad de la totalidad del conocimiento para obtener una visión global de la realidad”.
Promover la investigación y la justicia social
En su discurso, Margarita Salas ha hecho un repaso por su vida como investigadora, desde sus inicios con su compañero Eladio Viñuela y Severo Ochoa, de quien ha recordado que siempre apuntaba la importancia de promover la investigación básica, “pues ella será la base para el desarrollo de nuestro país”. Asimismo, ha asegurado que existen grupos de indudable calidad en España, “pero es necesario potenciar la cantidad, recuperando a los jóvenes investigadores excelentemente preparados”.
Por su parte, Adela Cortina ha reconocido su preocupación ante lo que para ella es el gran reto de nuestros días: “afrontar la pobreza y el drama de los refugiados”. Así, Cortina ha reclamado el compromiso de las instituciones, incluidas las educativas, en el trabajo de construir una “ciudadanía social cosmopolita dotada de libertad legal en el ámbito universal, pero también de los bienes materiales que en justicia le corresponden”. “La exigencia ética de considerar a cada persona como fin limitativo de las acciones humanas obligaría a tratar de impedir la muerte y el sufrimiento de los migrantes necesitados de ayuda de forma incondicionada como una exigencia de justicia. Salvarles la vida sería un deber de obligación perfecta”, ha subrayado Cortina.
