Reportajes

Semana Santa 2019: El Gran Poder… de darse a los demás





El Gran Poder, la talla de Jesucristo con más renombre en España, sale cada Jueves Santo a la calle en un silencio atronador precedida por unos 2.500 nazarenos. El resto del año procesiona en toda la ciudad gracias a la implicación de más de 11.000 hermanos que sostienen la llamada Bolsa de Caridad con sus 30 euros de cuota anual, amén de otras campañas solidarias. Creada en 1953, en plena posguerra, la Bolsa nació para echar una mano a aquellos cofrades que de un día para otro habían pasado de contar con una posición pudiente a no tener que llevarse nada a la boca.

Hoy, es un pilar de la hermandad, donde lo mismo se sufraga una intervención quirúrgica que se ayuda a pagar unas gafas o la canastilla de un bebé. De la misma manera se financia el centro integral de empleo de la mano de Cáritas –que abarca desde la orientación laboral a la concesión de microcréditos–, un economato, proyectos misioneros de cooperación y desarrollo… Apenas el número de hermanos solicitantes de ayuda llega al 2%. Es Sevilla la principal destinataria de un plan que va más allá de la financiación para promover un voluntariado cada vez más numeroso.

“Me casé delante del Señor de Sevilla y he vivido mi crisis personal mirándole a los ojos. Por eso, cada vez que le bajan para el besamanos, solo puedo llorar. De todo esto he sacado una conclusión clara: Dios está conmigo y se vale de sus hijos para ejercer su misericordia”, señala Coral. Para ella, este Jesús tiene manos de cofrade: “Dios tiene a muchas personas que le sirven. Y a veces pensamos que los soldados de batalla son aquellos que están directamente en primera fila, como catequistas o en un comedor social. Pero yo he descubierto que en la Junta de Gobierno del Gran Poder todos son esos soldados de batalla, que lo mismo responden a su responsabilidad institucional que son los que resuelven, con y de corazón, el problema de todo aquel que se les cruce por el camino”.

“Las cofradías no son postureo”

Coral sabe lo que supone que de un día para otro las cosas se tuerzan. “Somos una familia normal, que nunca nos hemos considerado en riesgo de exclusión. Pero de un día para otro, todo lo que teníamos planeado se vino al traste. La crisis llegó a nuestra casa para quedarse”, expone esta profesora de Religión. Y así sucedió. Su marido y ella se quedaron sin trabajo cuando su hija tenía apenas tres años. Los meses pasaban y los pagos del alquiler se acumulaban. Pero todos los esfuerzos parecían insuficientes. La tensión en los pasillos se disparaba por momentos. “Cuando el paro entra por la puerta, el amor salta por la ventana”, reflexiona Coral cuando echa la vista atrás a un tiempo en el que la depresión la atrapó: “Aunque nunca perdí la fe, entré en una crisis personal profunda, perdí la ilusión por la vida”.

Entonces, la Bolsa de Caridad vino a su encuentro. “Nos ayudaron cuando más pillados estábamos y pudimos salvar nuestro techo. Al principio lo tomas con vergüenza, lo dramatizas todo y te sientes inferior. Te condenas a pensar que eres menos que los demás porque no eres capaz de obtener dinero ni trabajo”. Pero aquel empujón del Gran Poder salvó a su familia. Hoy Coral trabaja en tres colegios públicos. Por eso, su tono se endurece cuando se le deja caer que lo de las cofradías es postureo. “Esa conclusión nace de una falta de cultura, de realidad, de conocimiento y de sentimiento, que solo hace daño a tanta gente buena que se entrega por los demás. La Bolsa de Caridad es una obra de gran magnitud, comparable al amor que Sevilla le tiene a su Señor”.

“El papa Francisco nos ha pedido que seamos Iglesia en salida, y somos los laicos los que estamos llamados a anunciar a Jesucristo al hombre de hoy. Nosotros nos lo hemos tomado en serio”, reafirma el hermano mayor del Gran Poder, José Félix Ríos. El compromiso adquirido por la Hermandad con los últimos de la ciudad es tal que, con motivo del IV centenario de la imagen tallada por Juan de Mesa, durante dos semanas peregrinará por los barrios más castigados: Los Pajaritos, Amate y Polígono. No en vano, Sevilla alberga siete de los quince barrios más pobres de España.

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