Ana Mafé García ha leído en la Universitat de València una tesis doctoral en Historia del Arte sobre la protohistoria del Santo Cáliz que, desde 1437, conserva la catedral valenciana: “Hablar de cualquier tema que pueda referirse a la figura de Jesús siempre crea polémica. Si hay un cáliz que pudo estar en la Santa Cena en Jerusalén, sin duda es este”, afirma a Vida Nueva. Mafé ha revelado, entre otros, un dato desconocido, y es la procedencia hebrea del vaso que corona el Santo Cáliz de Valencia y su vinculación con la Pascua judía, el Pésaj. “Don Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, ya había dirimido en 1960 que el vaso, con total seguridad, era del siglo I o II antes de Cristo –explica la investigadora–. A partir de ahí, Beltrán no supo decir si era una pieza de Alejandría, helénica, romana. Ni qué tipo de piedra era: una calcedonia o una coralina”.
Lo que sí hizo Beltrán fue revelar, por primera vez, la composición de esta reliquia. “Desde 1960 se sabe que el Santo Cáliz está dividido en tres partes. Una peana, que es una naveta fatimí aproximadamente del siglo VIII o IX –relata Masé–. Un soporte realizado en oro con dos asas y un fuste que sería el relicario. Este soporte es del siglo XI y se explica porque en el Medievo las reliquias no se podían tocar, ni siquiera los reyes. Para mostrar el vaso, que se creía ya que era el usado por Jesús en la Santa Cena, se hicieron esas dos asas”.
Vinculado a la Pascua judía
La ya doctora en Historia del Arte ha vinculado ese vaso a la Pascua judía tras someterlo a análisis volumétricos: “Nos dio una capacidad de dos ‘revit’ y medio. El ‘revit’ es una medida hebrea. Para celebrar el Pésaj había unos rituales que había que cumplir. Uno era la cantidad de vino a beber, como mínimo un ‘revit’. Otro, que siempre debía beberse el líquido que había en la copa”, manifiesta. “Es decir, la copa del Santo Cáliz es una copa hecha ‘ad hoc’ para cumplir un precepto en Pésaj –prosigue–. Esto quiere decir que esta pieza es judía, no es romana, no es egipcia, ni helénica. Pero había que saber más. Había que preguntarle de qué material estaba hecha”.
Ese vaso del Santo Cáliz está finamente labrado a mano. Una piedra de ágata, que “en la antigüedad fue tratada como un sardius”, afirma Masé. “Faltaba saber qué relación podría tener con la cosmovisión judía. Y resulta que en el primer lapidario recogido en texto, y que aparece en nuestro Antiguo Testamento, en la Septuaginta de los judíos, habla del sumo sacerdote y de su pectoral, en el cual lleva doce piedras que representan a las doce tribus de Israel. Y entre ellas está el sardius, que curiosamente responde a la tribu de Judá, que es la casa de David. Me sorprendió aún más que, justamente esa piedra de Judá, significa la regla del Amor a la que Jesús alude en la Santa Cena”.