Durante el rezo del ángelus de hoy, 24 de marzo, el papa Francisco ha recordado la beatificación de Mariano Mullerat i Soldevila, llevada a cabo este fin de semana en Tarragona. Este “padre de familia y médico” se hizo “partícipe del sufrimiento físico y moral de sus hermanos” dando testimonio “con su vida y su martirio” del principio de “la caridad y del perdón”. Y es que hoy se celebra, tal como ha señalado Francisco, la Jornada en memoria de los misioneros mártires.
“Durante 2018, numerosos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos han sufrido violencia en todo el mundo”, ha apuntado, mientras que “cuarenta misioneros han sido asesinados, casi el doble que el año pasado”. El Papa ha querido “recordar este calvario contemporáneo” de fieles que han sufrido “por motivo de su fe en Jesús” supone “un impulso para dar testimonio de nuestra fe y esperanza en Aquel que, sobre la cruz, ha vencido para siempre al odio y la violencia con su amor”.
Es precisamente por esto que “en el tiempo de Cuaresma el Señor nos invita a la conversión”. Una llamada al “camino del bien” al que “cada uno debe sentirse interpelado” y a la que se debe responder “corrigiendo cosas de la propia vida, del modo de pensar, de actuar y vivir en relación al prójimo”.
Recordando el evangelio de esta tercera semana de Cuaresma, en el que se hablaba dela parábola de la higuera estéril, el Papa ha explicado que “el hombre que planta una higuera en sus tierras, pero no encuentra fruto en el árbol estéril”. Sin embargo, el trabajador le anima a no talar la higuera, “a tener paciencia” y a darle tiempo a la planta.
“El patrón es Dios y el trabajador es Jesús, mientras que los higos son el símbolo de una humanidad indiferente y árida” por la cual “Jesús intercede ante el Padre, pidiéndole que le conceda tiempo, porque en ella pueden surgir los frutos del amor y la justicia”. La higuera es símbolo “de cada cual que vive para sí mismo, satisfecho y tranquilo, apegado a la propia comodidad, incapaz de volver la mirada y el corazón a aquellos que están cerca de él y se encuentran en situaciones de sufrimiento, pobreza o desesperación”.
Pero Jesús muestra en esta parábola la misericordia de Dios, “que nos deja tiempo para la conversión” a pesar de la “esterilidad que a veces caracteriza nuestra existencia”. Sin embargo, Francisco ha remarcado que “la posibilidad de la conversión no es ilimitada”, por lo que “es necesario adoptarla lo antes posible, no vaya a ser que la perdamos para siempre”. “Podemos tener confianza de la misericordia de Dios, pero sin abusar”, ha apostillado.
Por último, el Papa ha apuntado a las conversaciones que, desde el pasado 27 de febrero, se están llevando a cabo en Nicaragua “para resolver la grave crisis socio-política en la que está inmerso el país”.
Ante esta situación, Francisco ha querido subrayar su total apoyo al proceso de diálogo, por lo que ha declarado que “acompaña con la oración la iniciativa y la valentía de las partes para alcanzar, lo más rápido posible, una solución pacífica por el bien de todos”.