Después de casi cuatro décadas en las que parecía que San Romero de América sería simplemente una expresión oral reivindicada por el pueblo latinoamericano y obviada oficialmente por la Iglesia católica, al fin, este 24 de marzo es la primera vez que, a nivel universal, todos los católicos pueden evocar a Óscar Arnulfo Romero como uno de los santos del día. Y es que, desde que fuera canonizado el pasado 14 de octubre y se decretara el 24 de marzo como su festividad, esta es la primera oportunidad de rezarle en ‘su’ día.
Porque fue un 24 de marzo, de 1980, cuando el arzobispo de San Salvador murió asesinado mientras celebraba la eucaristía en la capilla del Hospital Divina Providencia. Sicarios ligados al ejército (y, por tanto, al Estado de El Salvador) no le perdonaron su homilía del día anterior, en la que llamaba a los militares a “no matar a más salvadoreños”. Para los sectores más conservadores del país fue la gota que colmó el vaso en un momento de fuerte enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército.
Rechazo en ambientes políticos y eclesiales
Poco importó que monseñor Romero criticara con la misma fuerza a los guerrilleros y a quienes empleaban la violencia, siendo la esencia de su pastoral, simplemente, “el servicio a los pobres”. En un contexto de fuerte fractura social, se le vinculó a las fuerzas de izquierda. Y, a nivel eclesial (también fuertemente dividida), a la teología de la liberación, por mucho que él nunca lo sintiera así.
Tal rechazó levantaba su figura en determinados ambientes políticos y eclesiales, en San Salvador y en Roma, que, pese a su indudable condición de mártir (entregó la vida en plena celebración eucarística, no habiendo mayor símbolo de donación), no fue sino hasta diez años después, el 24 de marzo de 1990, cuando se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero.
Un proceso arduo… y largo
Y ese solo fue el primer paso de un arduo camino que tardaría 25 años en fructificar… Porque fue el 3 de febrero de 2015, gracias al impulso personal del papa Francisco, profundo admirador de su figura y de lo que supone para todo el pueblo creyente de América Latina, cuando Óscar Arnulfo Romero fue reconocido “mártir por odio a la fe”, promulgando el correspondiente decreto la Congregación para las Causas de los Santos.
Tres meses después, el 23 de mayo de 2015, Romero fue beatificado en San Salvador. Y tres años más tarde, el 14 de octubre de 2018, fue canonizado por Francisco en San Pedro. Hoy, 24 de marzo de 2019, al fin, todos los católicos podemos celebrar a San Romero de América.