Después de firmar la exhortación apostólica sobre los jóvenes ‘Christus vivit’ (‘Cristo vive’) en el santuario mariano de Loreto, situado a pocos kilómetros de la localidad italiana de Ancona, en el centro del país, el papa Francisco ofreció este lunes, 25 de marzo, un discurso a las autoridades eclesiásticas y civiles presentes en el que hizo una defensa del concepto tradicional de familia.
Será el martes de la semana que viene, 2 de abril, cuando el Vaticano publique el nuevo texto magisterial de Jorge Mario Bergoglio, que recoge las reflexiones del Sínodo celebrado el pasado mes octubre para debatir sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
“En la delicada situación del mundo de hoy, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión esenciales”, dijo en su alocución el Papa, invitando a continuación a los fieles a que “vuelvan a descubrir” el plan de Dios para la familia de manera que puedan reiterar su “grandeza” e “insolubilidad” al servicio “de la vida y de la sociedad”.
El Pontífice recordó a los fieles que “el hogar y la familia son el primer cuidado de la persona enferma para amarla, apoyarla, animarla y cuidarla” y puso como ejemplo el santuario de Loreto, que se presenta como “un símbolo de todo hogar acogedor y santuario para los enfermos”.
Tras recordar que, según la tradición, en Loreto se conservan los muros provenientes de Nazaret donde la Virgen María dijo “sí” al ángel Gabriel durante a Anunciación, presentó al santuario como un “oasis de silencio y piedad” al que muchos fieles acuden “para sacar fuerzas y esperanza”. Citó en particular a “los jóvenes, las familias y los enfermos”, que encuentran en Loreto un lugar donde la Virgen María “sigue hablando a las nuevas generaciones, acompañando a cada uno en la búsqueda de su propia vocación”.
Es ese el motivo que llevó a Francisco a firmar la nueva exhortación apostólica en este punto de atracción de la devoción mariana. En el evento de la Anunciación, destacó, queda patente la dinámica de la vocación de una manera que pueda resultar útil para la juventud contemporánea.
“La llamada a la fe y a un camino coherente de vida cristiana o de especial consagración es una discreta, pero fuerte irrupción de Dios en la vida de un joven, para ofrecerle su amor como don. Necesitamos estar preparados y dispuestos a escuchar y acoger la voz de Dios, que no se reconoce en el ruido y la agitación”, dijo.
También pidió a los fieles Bergoglio que profundicen en sus “propias capacidades y actitudes” a la hora de responder a la llamada de Dios. “Es siempre Dios quien da, quien actúa; así también la pobreza y la pequeñez de aquellos a quienes el Señor llama a seguirlo en el camino del Evangelio se transforma en la riqueza de la manifestación del Señor y en la fuerza del Omnipotente”.