Martín Bitzer: “Tenemos que pedir la intercesión de los cuatro mártires riojanos”

  • Para el vicepostulador de la causa es “evidente” que los asesinos quisieron “matar” un proyecto de pastoral
  • De Dios Murias, Longueville, Pedernera y Angelelli serán beatificados el 27 de abril en La Rioja

Martín Bitzer: “Tenemos que pedir la intercesión de los cuatro mártires riojanos”

“Para mí, este trabajo fue devolver una ‘gauchada’” [un favor]. Así de simple es la descripción que hace Martín Bitzer, un fraile conventual que, dedicándose al estudio de la teología como sacerdote, jamás pensó en convertirse en vice postulador de una causa de beatificación.

Así es que este religioso trabajó duro durante los últimos años, al punto tal de que, luego de conversarlo en su orden, hizo en Roma una diplomatura que lo capacitó en todo lo que implica un proceso para una causa de canonización. De esta manera, asumió convencido la tarea como vicepostulador de la causa de los mártires riojanos que serán beatificados el próximo 27 de abril en La Rioja.

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Carlos de Dios Murias fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1972 en la parroquia Nuestra Señora de las Gracias de Buenos Aires por Enrique Angelelli

El obispo Enrique Angelelli, el fraile conventual Carlos de Dios Murias, el sacerdote misionero francés Gabriel Longueville y el laico campesino Wenceslao Pedernera son cuatro personas que fueron asesinadas a causa de su compromiso con la fe. Más precisamente, entregaron su vida “voluntaria y libremente, como lo hizo Jesús”, explica Bitzer. Y añade: “Eso no quiere decir que no tuvieron miedo. A pesar del temor, porque a ninguno de nosotros nos gustaría que nos despellejen, aceptaron con su muerte martirial el proyecto de Dios que supera todo proyecto humano”.

“Este es el verdadero sentido del martirio”, aclara el franciscano a Vida Nueva. Y repite: “Entregar la vida voluntaria y libremente”. Sin duda, para los simples mortales, aun siendo personas de fe, es complejo entender el martirio. A propósito, Bitzer lo explica claramente: “En una causa por virtudes heroicas, una vez demostradas éstas, para la beatificación se requiere un milagro, es decir un hecho extraordinario que no tenga explicación científica. Por ejemplo, la curación de una enfermedad que, con los medios con los que hoy se disponen, no se puede curar. Es como ‘la firma’ de Dios.” Y sigue explicando: “En el caso del martirio, el ‘sello’ de Dios, el hecho extraordinario, es esa capacidad que se recibe de lo Alto para entregar la propia vida de manera consciente y, reitero, libre y voluntariamente, como Jesús”.

Este fraile conventual –que se convirtió en un actor fundamental que junto con un equipo de especialistas pudieron vehicular la causa de los mártires riojanos en los despachos romanos y entre los funcionarios vaticanos más exigentes– jamás pensó ser vice postulador. Sin embargo, considera que el martirio es una parte de su opción por la vida religiosa: “A los 19 años de edad, mientras estudiaba el segundo año de la carrera de ingeniería, empezó a inquietarme la vocación. Vivía muy cerca de este convento [en La Reja, Buenos Aires, donde hoy vive junto a otros tres frailes y donde recibió a Vida Nueva], por eso vine a visitar a los franciscanos. Pero también visité a los benedictinos y a los pasionistas. En ese tiempo de búsqueda vocacional pude leer la vida de dos frailes conventuales que fueron martirizados: Carlos de Dios Murias y Maximiliano Kolbe. Conocer estas vidas me invitó a mí a hacerme fraile. Por eso, como creo que mi vocación está marcada por esa experiencia de martirio, cuando en Roma me pidieron que asumiera la vice postulación de la causa de los mártires riojanos la acepté sin dudar y hoy lo vivo como una ‘gauchada’ que estoy devolviendo”.

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De Dios Murias, Longueville, Pedernera y Angelelli serán beatificados el 27 de abril en La Rioja

Cuatro vidas, un plan pastoral

El fraile conventual Carlos de Dios Murias y el sacerdote misionero de origen francés Gabriel Longueville fueron secuestrados, torturados y asesinados en Chamical (a unos 140 kilómetros de la ciudad de La Rioja) el 18 de julio de 1976. Una semana después, el 25 de julio, el campesino Wenceslao Pedernera fue asesinado frente a su esposa y a sus hijas en su casa de Sañogasta (a 200 kilómetros de La Rioja). El último en ser asesinado, a causa del vuelco de su camioneta –en un hecho que durante años fue calificado como ‘un accidente’–, fue el obispo Enrique Angelelli, el 4 de agosto de 1976. El hecho ocurrió en el paraje denominado Punta de los Llanos, de regreso de una misa celebrada en Chamical en homenaje a de Dios Murias y a Longueville. “Esto demuestra de que no querían matar a una persona. Lo que pretendían era matar a un proyecto pastoral, que estaba en total sintonía con el Concilio Vaticano II”, asegura Bitzer.

Angelelli llegó a La Rioja como obispo el 24 de agosto de 1968, designado por el papa Pablo VI. Su ministerio episcopal movilizó las estructuras latifundistas y las situaciones de injusticia que vivían los más pobres. Colaboró en promocionar a inmensos sectores de la sociedad riojana que fueron postergados durante años. Promovió la organización de cooperativas de campesinos y alentó la formación de varios sindicatos. A tal punto que propició la creación del Movimiento Rural Diocesano, del que formó parte activa Pedernera.

Sin embargo, para Bitzer, no son cuatro causas que llegan a la beatificación por el martirio, sino que son cuatro personas que fueron asesinadas a causa de la fe, a causa de adherir a un plan pastoral que daba espacio y protagonismo a los más olvidados. Por eso, invita a la gente a invocar a los cuatro mártires: Angelelli, de Dios Murias, Longueville y Pedernera.

“Pensando en un milagro para la canonización –explica el fraile conventual–, si se comprueba la intersección solo de uno, la santificación va a ser para esa sola persona. Pero este martirio lo sufrieron los cuatro, por eso no se puede comprender la canonización de uno sin los otros tres”. Para eso, sugiere: “Tenemos que rezarle a los cuatro. Tenemos que pedir la intercesión de los cuatro”. De esta manera, los que tenemos fe, algún día veamos que estos mártires serán venerados en la Iglesia universal.

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