Vaticano

El Papa advierte en la audiencia general que la comida “no es una propiedad privada”

  • Francisco destaca que “el verdadero milagro” de Jesús no fue la multiplicación de los panes y los peces, sino que todos los compartieran
  • Reconoce también a todos los misioneros que “queman su vida sembrando la palabra de Dios”





“La comida no es una propiedad privada, metámonos en la cabeza esta idea”. En la audiencia general que celebró este miércoles, 27 de marzo, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco dedicó su catequesis a hablar de la segunda parte del Padrenuestro, en la que el católico presenta a Dios sus necesidades simbolizadas en el pan, que significa todo lo necesario para la vida, tanto el propio alimento como el agua, la vivienda, las medicinas o el trabajo.

“La comida no es una propiedad privada sino, ayudados por la gracia de Dios, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados”, dijo Francisco durante su alocución, en la que destacó que “el verdadero milagro” realizado por Jesús no fue la multiplicación de los panes y los peces, sino el hecho de que todos los compartieran.

Matrona de 3.000 niños

Al final de la audiencia general se vivió un momento emotivo cuando Jorge Mario Bergoglio presentó a los fieles y peregrinos presentes a Sor Maria Concetta Esu, misionera en África de la Congregación de las Hijas de San José de Genoni. Ambos se conocieron durante el viaje de Francisco a República Centroafricana en 2015. La religiosa acudió entonces a verle a Bangui desde el vecino Congo viajando en canoa por el río y estos días se encontraba de visita en Roma.

“Sor Maria Concetta tiene 85 años y desde hace casi 60 es misionera en África, donde desarrolla su servicio como matrona”, contó el Papa, recordando que cuando ambos se vieron en la República Centroafricana la monja le explicó que había ayudado a nacer a alrededor de 3.000 niños.

Tumbas de misioneros

Francisco agradeció a Esu su testimonio y trabajo “en medio de las hermanas y hermanos africanos” y personificó en ella el reconocimiento a todos los misioneros que “queman su vida sembrando la palabra de Dios”.  

Improvisando sobre el discurso que tenía preparado, Bergoglio contó que el cardenal brasileño Cláudio Hummes, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), cada vez que visita una localidad de la zona del Amazonia hace una parada en sus cementerios. “Va a ver las tumbas de los misioneros, muchos de ellos eran jóvenes que fallecieron por las enfermedades. Me dice que todos ellos merecen ser canonizados, porque quemaron la vida en el servicio”, concluyó.

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