“Me gusta hablar más de capacidades diferentes que de discapacidad, aunque en el diccionario no acaban de admitirlo”. Con estas palabras, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, inició su alocución de la presentación de la edición en papel de ‘La persona con discapacidad y su lugar en la Iglesia’, guía que se hizo público en diciembre de 2017 por la Comisión Diocesana de Atención a Personas con Discapacidad.
“Las capacidades diferentes enriquecen la vida humana, nos enriquecen a todos”, expresó el purpurado, que relató en primera persona cómo se ha sentido apoyado y acompañado en este sentido en todo su ministerio episcopal, de Orense a Valencia.
A partir de ahí, Osoro planteó cómo “tenemos que apostar por un trabajo de inclusión y no de descarte, lo que implica poner a la persona en primer lugar”. “Es una realidad importante en la vida de la Iglesia”, reivindicó el arzobispo de Madrid, que apuntó que “para otros no es una realidad rentable, pero para nosotros forma parte de la esencia de nuestra antropología cristiana”.
Junto al cardenal Osoro, también relataron su experiencia los miembros de la comisión Mariano Fresnillo (FRATER) y Virginia Calderón (CECO), y Alberto Horcajo, padre de un niño con discapacidad. El manual, coeditado por la Fundación SM, está elaborado en colaboración con personas con discapacidad y anima a sacerdotes y fieles a trabajar por la inclusión en la comunidad parroquial.
El presidente de la Fundación SM, Javier Palop, subrayó la necesidad de educar en la diversidad, “no solo a través de las guías, sino también en nuestra realidad cotidiana”. “A veces generamos situaciones de fragilidad y de incomprensión”, lamentó Palop, que hizo un llamamiento a “aprender y acoger la diversidad, en el sentido amplio”.
“Nuestras sociedades necesitan como el respirar el hecho de incluir al diferente. Por eso estamos haciendo el esfuerzo por trabajar materiales para los niños diferentes que están trabajando en nuestras escuelas normalizadas”, apostó el presidente de la Fundación SM.