Todo comenzó hace un mes aproximadamente, cuando Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, llamó por teléfono a las Hijas de la Caridad de Témara, una pequeña comunidad rural situada apenas a 20 kilómetros de Rabat. “En una reunión personal con él nos indicó que el Papa iba a visitar nuestra casa”, dice a Vida Nueva una emocionada sor Gloria Carrilero, responsable del Centro Rural Servicios Sociales que tiene la congregación.
Así, una de las paradas de Francisco durante su viaje a Marruecos, que tendrá lugar los días 30 y 31 de marzo, será esta obra “de periferias” regida por las Hijas de la Caridad, en la que sor Gloria, sor María Luisa y sor Magdalena coordinan un dispensario para personas quemadas y un servicio de control de peso para niños sin recursos. Además, también ofrecen clases de apoyo escolar y comedor, así como un centro de promoción de la mujer en el que se les ofrecen recursos para salir adelante por medio de la capacitación.
Para ellas fue “una sorpresa grandísima”, indica Carrilero, ya que “¿cómo íbamos a imaginar que el Sumo Pontífice iba a venir a una obra sencilla, dedicada a la caridad?”. Era algo que les parecía “imposible”, pero que, precisamente por ello, acogen con “muchísima ilusión”. “Al principio nos parecía que era un sueño, y ahora que lo estamos preparando todo y parece que es cada vez más real, aun no nos lo creemos”, añade.
La visita de Francisco a la comunidad de las Hijas de la Caridad y a su obra en Témara será “privada”, y por ello habrá “pequeños grupos que acudan en representación” de todo el proyecto. Y es que estas religiosas realizan cada día, de media, 20 curas, en su mayoría, a grandes quemados, pero también atienden mensualmente a unos 50 enfermos crónicos de psiquiatría, niños en su mayoría, y a otros 50 menores con un peso inferior al necesario a su edad (entre 1 y 12 meses). Por otra parte, imparten clases de alfabetización, costura y labores a mujeres que no han asistido a la escuela, y apoyo escolar y comedor a unos 110 niños diariamente.
Así, durante la visita del Papa, “un grupo de niños le cantarán una canción de bienvenida”, y también “habrá un grupo de enfermos, un grupo de psiquiatría, un grupito de los niños de bajo peso, que vendrán con sus madres, un grupo de nuestras hermanas provinciales, y señoras que vienen a los cursos de alfabetización y de costura”. De esta manera, va a ser una representación de toda la obra. “Para ellos ha sido una gran alegría ser recibidos por el Santo Padre”, indica Carrilero, ya que “saben que es un jefe de la Iglesia católica, pero para ellos también es una maravilla”. La sensación de “familia” entre cristianos y musulmanes que Francisco ha destacado en numerosas ocasiones tiene su muestra viva en esta obra.
“Entre ellos y nosotros nos llevamos como si fuéramos hermanos, de la misma familia, y en ningún momento hay diferencia por las religiones”, explica, añadiendo que “cuando nos preguntan siempre decimos que somos una gran familia: ellos acuden a nosotros y nosotros acudimos a ellos”. Y es que, en definitiva, en esta obra en la que las Hijas de la Caridad están presentes en esta localidad marroquí desde 1975, se aprecian de forma palpable las palabras de Carrilero: “Siempre decimos que ellos deben ser buenos en su religión y nosotros debemos ser testimonio de Iglesia, pero creemos en el mismo Dios”.