“La confesión es el paso de la miseria a la misericordia, es la escritura de Dios en el corazón. Allí leemos que somos preciosos a los ojos de Dios, que él es Padre y nos ama más que nosotros mismos”. Con estas palabras se ha dirigido Francisco a la liturgia penitencial celebrada hoy, 29 de marzo, en la basílica de San Pedro del Vaticano.
El acto forma parte de la iniciativa ’24 horas para el Señor’, y ha supuesto la sexta vez que Francisco oficia un rito de reconciliación en la basílica vaticana. En esta ocasión se celebra bajo el lema ‘Yo tampoco te condeno’. La ceremonia, en la que algunos fieles han recibido el sacramento del perdón por parte del Papa, ha sido organizada por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Durante su intervención, Jorge Mario Bergoglio ha subrayado que, para Jesús, “antes que el pecado está el pecador”, por lo que “cada uno de nosotros estamos antes en el corazón de Dios: antes que los errores, que las reglas, que los juicios y que nuestras caídas”. Una mirada de misericordia por la que Francisco ha pedido a Dios tener “el enfoque cristiano de la vida”, en el que “antes que el pecado podamos ver con amor al pecador, antes que los errores a quien se equivoca y antes que la historia a la persona”.
“Solo su amor nos conforta”
“Sin embargo, el mal es fuerte y tiene un poder seductor”, ha continuado el Papa, por lo que “para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor más grande”. Este es el motivo de que solo con Dios las personas “podamos vencer al mal”, ya que “solo su amor nos conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace libres”.
Y es que “solo sintiéndonos perdonados podemos salir renovados, después de haber experimentado la alegría de ser amados plenamente por el Padre”. Por eso, Francisco ha recordado que el sacramento del perdón no es “una fotocopia que se reproduce idéntica cada vez que se pasa por el confesionario”, sino que, cada vez, “es una experiencia nueva, original e inimitable” que hace a la persona pasar de “estar solos con nuestras miserias” a sentirse “liberada y animada por el Señor, que nos hace empezar de nuevo”.
“Es importante recordar el perdón de Dios, recordar la ternura, volver a gustar la paz y la libertad que hemos experimentado”, ha dicho Francisco, ya que este es el corazón de la confesión “no los pecados que decimos, sino el amor divino que recibimos y que siempre necesitamos”. Sin embargo, el Papa ha apuntado que el hecho de volver a recaer en los pecados puede hacer dudar a las personas y pensar que de nada vale confesarse. “Pero el Señor nos conoce, sabe que la lucha interior es dura, que somos débiles y propensos a caer, a menudo reincidiendo en el mal. Y nos propone comenzar a reincidir en el bien, en pedir misericordia”, ha aclarado.