África

Los caminos convergentes de Mohamed VI y el Papa en Marruecos





Al abandonar ayer el aeropuerto de Rabat, se formaron dos caravanas paralelas: Francisco recorrió los kilómetros que le separaban de la explanada de la Tour Hassan en su papamóvil, mientras Mohamed VI iba en un Mercedes descapotable. En algunos tramos del recorrido ambas caravanas coincidían y en otros se separaban, pero, al final, acabaron convergiendo en el punto de la capital donde estaba prevista la ceremonia de bienvenida al ilustre huésped.

Entre las ruinas de la que quiso ser la mayor mezquita del mundo de entonces (siglo XII), nunca terminada, y el mausoleo que custodia los restos de Mohamed V y de Hassan II, el monarca y el Papa intercambiaron sus discursos. Como si los hubiera escrito la misma mano, entre las dos alocuciones hay sorprendentes coincidencias y una casi idéntica perspectiva.

Contra la ignorancia

Mohamed VI, que habló sucesivamente en árabe, francés, español e inglés, denunció “las teorías canallescas que se nutren de la tradición y de la instrumentalización del Mensaje Divino”, y afirmó que, “para hacer frente a los radicalismos, no hay que buscar una respuesta militar ni económica, sino la educación… Los terroristas no tienen en común la religión, sino más bien la ignorancia de la religión. Ya es hora de que la religión deje de ser la coartada para la ignorancia y la intolerancia”.

Como si se hiciera eco de estas sabias palabras, el Santo Padre insistió en su amado concepto de la “cultura del diálogo” y afirmó: “Este es el camino que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca. (…) Es indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes, la formación adecuada y sana contra todas las formas de extremismo, que llevan a menudo a la violencia y al terrorismo y que, en todo caso, constituyen una ofensa a la religión y a Dios mismo”.

Fenómeno migratorio

Otro punto de coincidencia fue la postura ante el fenómeno de la emigración. Bergoglio evocó la Conferencia Intergubernamental sobre el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que tuvo lugar en Marraquech en diciembre . “En ella –subrayó Mohamed VI– está basada la filosofía de la migración y asilo que hemos puesto en marcha sobre todo con un ánimo solidario”. Y, según el Papa, “es verdad que aún queda mucho por hacer, sobre todo porque es necesario pasar de los compromiso contraídos con ese documento a acciones concretas y, en especial, a un cambio de disposición hacia los emigrantes que los afirme como personas, no como números, que reconozca sus derechos y su dignidad en los hechos y en las decisiones políticas”.

En todo caso, Bergoglio y Mohamed VI coinciden en su doble función: el Rey, además de Jefe del Estado marroquí, es también “comendador de todos los creyentes”, no solo de los musulmanes, sino también de los cristianos y judíos que viven en el reino. El Papa no es solo Sucesor de Pedro y líder de una Iglesia con mil cuatrocientos millones de fieles, sino también Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Esta visita abre una nueva etapa en las relaciones marroquí-vaticanas, basada, en una parte no insignificante, en la relación que han establecido dos personas que hasta ahora solo se conocían por referencias y ahora han abireto un diálogo destinado a continuar y desarrollarse.

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