Fue una semana intensa, agitada, para el obispo Celestino Aós, administrador apostólico de Santiago. El sábado 30 la Santa Sede anunció su designación en reemplazo del cardenal Ricardo Ezzati y esa misma tarde deja la diócesis de Copiapó, ahora como emérito, y llega a la capital.
Al día siguiente en la Catedral presidió la Eucaristía con Ezzati. Allí su homilía transmite una señal que en los días siguientes fue confirmando como su estilo pastoral. “Para avanzar, dijo Aós, pedimos a Dios que nos dé la valentía de llamar a las cosas por su nombre; la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo. Que nos conceda la sabiduría para no tomar a los que se nos oponen como enemigos, sino aceptar con serenidad las críticas y las contradicciones”.
Para la pastoral diocesana enfatizó ocuparse de los que sufren en cárceles y hospitales, o porque “están cesantes o en trabajos indignamente remunerados; por los emigrantes, por los estudiantes a quienes no se les da una formación y una educación valórica, humana y cristiana”.
A continuación, apuntó: “De un modo especial atenderemos y serviremos a los que sufren el atropello a su dignidad de persona, resultado de los abusos y delitos absolutamente injustificables y absolutamente intolerables por parte de clérigos. No bastan retoques de maquillaje. Necesitamos reformas y cambios profundos. Cambios que parten del corazón de cada uno de nosotros, que tiene que buscar la verdad y la justicia para ser cada día más misericordiosos”.
En esa ceremonia un diácono permanente arrancó el cartel que una joven mostraba al paso de la procesión de los clérigos. Pocos minutos después, por twitter, el Arzobispado le pidió disculpas y el martes el mismo Aós se disculpó con la joven.
Al día siguiente la Corte de Apelaciones dio a conocer el fallo acogiendo la demanda de los acusadores de Karadima contra el Arzobispado de Santiago y ordenando el pago de una indemnización de 150.000 dólares a cada uno. En una reacción inesperada, Aós aceptó el fallo, anunciando que no apelará de su sentencia y pagará la indemnización confiando “que esta sentencia contribuya al proceso de reparación del dolor sufrido por las víctimas de Fernando Karadima”, expresa el comunicado del arzobispado.
El mismo comunicado agrega, refiriéndose al fallo, que “la resolución atribuye responsabilidad a la institución por los errores que hemos reconocido desde un comienzo: la forma en que se tramitaron las denuncias presentadas por los demandantes, la inadecuada valoración de las mismas y la falta de acompañamiento a las víctimas”. Este reconocimiento no se había oído antes.
Ese mismo miércoles por la noche, Aós acompañado por el capellán del Hogar de Cristo y el rector del Santuario del Padre Hurtado, visitó ‘caletas’ donde se reúnen personas que viven en la calle, conversó con varios de ellos y visitó dos albergues.
Al día siguiente, por la mañana se reunió con más de 200 sacerdotes en el Seminario Pontificio a quienes expresó que “para reconstruir, para sanar las heridas, habrá que ponerse de rodillas, habrá que pedir al Señor que nos ayude, y a la Virgen. Ámense los unos a los otros. Que el mundo vea, principalmente en estos momentos, que nosotros, los sacerdotes, nos respetamos”.
Respondiendo a preguntas de los presentes agregó que “tenemos que escuchar a los laicos, porque no somos nosotros solos la parroquia ni la diócesis. Dentro de este laicado algo muy importante que no hemos sabido resolver es el papel de las mujeres en la Iglesia, no solamente porque están en nuestras asambleas, sino porque la mujer es mujer y tiene otra visión de la vida y tiene una riqueza que aportar”.
Por la tarde, en la parroquia del Sagrado Corazón de El Bosque, se reunió por más de una hora con 3 sacerdotes víctimas de Karadima a quienes invitó a trabajar juntos para abordar los abusos. Al término de la reunión los 4 recibieron periodistas a quienes Aós dijo: “he querido venir aquí para saludar a estos hermanos sacerdotes, que se formaron aquí, y que han sufrido y padecido todos los procesos, todos los dolores que ustedes bien conocen”.
Luego agregó que “los abusos por desgracia fueron importantes y tenemos que reconocerlo, pero no son exclusivos de Fernando Karadima. Cada vez que se comete una maldad, cada vez que se comete un pecado, cada vez que se abusa de otro, tenemos que reaccionar ante eso. Nosotros estamos reaccionando ante estos hechos que ocurrieron (…) y queremos que no vuelvan a ocurrir jamás, pero todos los abusos que hay en Chile, (…) todos son rechazables”, dijo el administrador apostólico. A continuación, presidió la Eucaristía en ese templo cargado de simbolismo.
En la homilía exhortó a la comunidad a que “no nos olvidemos que la Cruz no es el final. Viene la resurrección. Que el pecado, el odio y la maldad no es final porque el amor es más fuerte. Ustedes que son el Pueblo de Dios, esta tarde renueven también su compromiso –a pesar que puedan sentirse desfigurados y maltratados– saben que en el sufrimiento la Cruz no es el final”, invitó Aós.
El viernes presidió la Misa de inauguración del Año Académico de la Universidad Católica de Chile. Al salir un grupo de estudiantes manifestaban contra abusos en esa universidad. Aós se acercó a conversar con ellas por unos momentos escuchando sus planteamientos.
El domingo, acompañado por la delegada para la Verdad y la Paz, Andrea Idalsoaga, se reunió con el Fiscal Nacional, Jorge Abbott, y los Fiscales Regionales Xavier Armendáriz, Raúl Guzmán y Emiliano Arias.
Hoy lunes viaja a Roma donde será recibido por el Papa Francisco. Ha anunciado que estará hasta el viernes en la Santa Sede por lo que se espera que también se reúna con Charles Scicluna en la Congregación para la Doctrina de la Fe, a fin de conocer antecedentes recogidos en los dos viajes que realizó a Chile.
Semana intensa, agitada. Sobre todo, inesperada. Hasta ahora poco conocido, Aós está mostrando un camino que la iglesia en Chile no venía transitando y, con ello, está abriendo esperanza de que se inicia algo nuevo.