El apéndice a cada viaje apostólico de Francisco es la rueda de prensa con los periodistas a bordo del vuelo papal camino de Roma tras el viaje a Marruecos. Para el pontífice el viaje ha sido un ramillete de encuentro y de convivencia a pesar de las dificultades “a pesar de los grupos de intransigentes” que hay dentro de todas las religiones y que no permiten “que la paz vaya adelante y siembran el miedo”. Por eso ha alabado la libertad religiosa y de culto del país africano, a bordo del Boeing 737 de la compañía Royal Air Maroc que le ha llevado de vuelta al Vaticano.
Ahondando en el problema migratorio, ha puesto de manifiesto el compromiso por “trazar puentes” en lugar de “levantar muros”. “Los constructores de muros, sean de alambre con cuchillas o de ladrillos, serán prisioneros de los muros que realizan, esta será su historia”, señaló citando una novela del escritor Ivo Andric que definía los puentes como “las alas de los ángeles” de Dios. Mientras que “con los muros, no se va adelante, permaneceremos siempre cerrados”.
En esta clave se ha referido al acuerdo sobre Jerusalén, hecho “por creyentes” que piensan en los que sufren y que es “una llamada a la fraternidad religiosa simbolizada en aquella ciudad”. “Todos los creyentes somos habitantes de Jerusalén”, sentenció.
Ahondando en la cuestión, respondiendo a la pregunta de Cristina Cabrejas, de la agencia EFE, sobre las fronteras de las ciudades autónomas españoles o las políticas de Trump confesó que le “conmovió” y “lloró” tener entre las manos un trozo de las cuchillas de la valla de Melilla mostrada durante la entrevista emitida este domingo en La Sexta en el programa de Jordi Évole. “Lloré porque no entra en mi cabeza, en mi corazón, tanta crueldad, o ver ahogarse en el Mediterráneo, en lugar de convertir los puertos en un puente”, señaló.
E insistió, citando casos de torturas en inmigrantes deportados a Libia, que es necesario que Europa afronte el problema de no dejar entrar a estas personas ya que la alternativa es “dejarlos ahogarse” o “expulsarlos sabiendo que tantos caerán en las manos de los traficantes”.
Para el Papa, lo primero “es ayudar a las personas para que no huyan de sus países”, lo que no resta para que Europa adopte una más “generosa” y coherente con sus ideales. También en quienes siembran el “temor” a través de discursos populistas. Un miedo que, para Bergoglio, es el caldo de cultivo en el que surgen las dictaduras.
Francisco, una vez más ha dado cuenta de la situación de los abusos en la Iglesia, señalando que “la pederastia es una plaga que no se entiende sin el espíritu del mal”, en referencia a distintas declaraciones del pontífice sobre el Maligno. Ante acusaciones “simplistas” por parte de quienes no hayan comprendido el trasfondo teológico del análisis papal, el Pontífice insistió en que ha tratado de dar siempre “todas las explicaciones sociales, culturales” ante este crimen pero que el análisis nunca estaría completo porque “hay un punto en el que estas cosas no se entienden sin el mal”. “Esta plaga es mundial, pero no se entiende sin el espíritu del mal. Es un problema concreto, pero no se entiende sin el mal”, explicitó.
También reafirmó el compromiso de que “la Iglesia hará de todo para terminar con esta plaga”. Algo que requiere el compromiso de toda la sociedad; por ello, en relación con el tema, contó la anécdota de que en Argentina impulsó con el Gobierno que en los hoteles se colgase un cartel avisando “que no se podían tener relaciones con menores” y que “ninguno de ellos quiso ponerlo”.
En este aspecto, sobre el cardenal francés Philippe Barbarin, precisó que mientras está la causa abierta debe respetar la presunción de inocencia –norma que Francisco ha mantenido en asuntos similares anteriores–. Pendiente de que se resuelvan todas las apelaciones, Francisco ha invitado a “no condenar mediáticamente” mientras los procesos estén abiertos. En este sentido se ha referido a un “caso de España”, el caso del conocido Padre Román y dos de sus compañeros sacerdotes como reveló Vida Nueva, cuya “condena mediática ha arruinado sus vidas sacerdotales”.