A pesar de estar en lo que podría ser el ejemplo de estados de bienestar, el porcentaje de personas por debajo del umbral de la pobreza sigue siendo muy elevado. Concretamente, el 17% de los habitantes de la Unión Europea se encuentran bajo el umbral de la pobreza de sus países. Así lo ha destacado el último informe del Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico (FCPEE), titulado ‘El Modelo Social Europeo y la Unión Europea”.
“Lo que hemos hecho en el documento es desgranar cómo el proyecto de integración europea, que parte de una visión humanista y, concretamente, del humanismo cristiano, basado en la mutualidad, la cooperación y el garantizar que todos los habitantes tuvieran garantizados unos mínimos sociales, en un determinado momento no ha sabido proyectar un modelo social aplicable a todos los países de la Unión”, explica a Vida Nueva Enrique Lluch, académico de la Universidad CEU Cardenal Herrera y miembro del FCPEE.
De hecho, los distintos modelos sociales de los países que integran la Unión “llevan a que la situación sea muy distinta para los ciudadanos”. Y es que las políticas sociales “han dejado de ser una prioridad para la Union Europea, y sin embargo sí que se han priorizado temas coyunturales o estrictamente económicos en cuanto a ajustar el presupuesto o las políticas económicas para crear un euro fuerte”.
Políticas que legitiman el malestar social
De la misma manera, Lluch señala que desde el FCPEE han podido constatar que “una UE que no tiene ese fin social está perdiendo parte de su alma y legitimando los movimientos anti europeístas que están surgiendo”. Unas iniciativas que beben, muchas veces, “de esos problemas sociales, de la precariedad en el empleo, de pobreza etc.”
Tal vez el caso más claro o, al menos, el que más consecuencias ha tenido hasta el momento, sea el del Brexit. Y, sin embargo, “por como se está desarrollado, el hecho de salir de una forma tan abrupta como parece que va a ocurrir en Reino Unido”, Lluch sugiere que, al contrario de lo que se pensaba en un primer momento, “va a crear el efecto contrario en el resto de países, ya que a muchos se le van a quitar las ganas de salir”. Otro caso sería “a medio o largo plazo”, y dependiendo de cómo le vaya a Reino Unido.
“Valores egoístas”
“Al inicio de la Unión se planteó el debate de que, si se optaba por ampliar el proyecto, no se podría profundizar en políticas como la social, porque al haber muchos más países era más difícil proponer unas políticas más comprometidas y pasar más competencias a la UE”, indica. Todo esto lleva a que, en un momento en el que “tenemos una serie de problemas con la inmigración y sociales porque ha habido una preponderancia de valores egoístas, en los que el pobre es visto siempre como una amenaza”, surjan posturas “populistas”.
Esto ocurre, sobre todo, cuando en unas sociedades como las que conforman la Europa actual y “en las que lo que queremos es crecimiento económico y una felicidad que parece que solo nos la da el hecho de tener más cosas, se siente amenazada ante el hecho de que vengan no extranjeros sino pobres”, asevera. “Parece que hemos olvidado que millones de europeos salieron de sus hogares huyendo de la pobreza en los siglos XIX y XX”, añade.
Por todo esto, Lluch señala que los europeos “tendríamos que recuperar los valores que primaron en el inicio de la UE y reflexionar sobre un modelo social basado en la mutualidad y la colaboración, la cohesión social como objetivo principal y buscar unos mínimos que debieran cumplir todos los países”.