En este tiempo de cuaresma, la confesión es uno de los pasos para preparar la Semana Santa, para la que quedan apenas unos días. Pero Ángel Moreno de Buenafuente, sacerdote de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara y capellán del monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal, apenas usa la palabra ‘confesión’ al hablar con Vida Nueva. En su lugar, hace alusión al “Sacramento de la Misericordia”, al que para acercarse “lo primero es tener conciencia de que tenemos la necesidad” de esta gracia.
Lo segundo sería “sentir la llamada, ese movimiento interno de acudir a la misericordia”, pero sobre todo no plantearse el Sacramento como “algo que hay que cumplir de forma ritual”, sino más bien como “un encuentro personal con Jesucristo, que se nos ofrece como padre entrañable, como amigo, como puerto franco”. Desde ahí, lo que queda es acudir “con toda la sinceridad del corazón, con transparencia interna, sin dobles lenguajes ni justificaciones, sino con sencillez y humildad”. Por eso, si una persona “llega muy preocupada por todas esas faltas, fundamentalmente lo que necesita es reconocer que ha faltado y no quedarse hundido en ello, sino retornar con humildad”.
Moreno señala que “hay dos itinerarios posibles para refrescar la memoria antes de esta mediación sacramental”. Uno es el de los mandamientos y otro el de las relaciones esenciales, es decir, “la relación con Dios, con los demás y con uno mismo”. Si uno desea hacer una confesión sincera, “esos parámetros de los mandamientos y de las relaciones esenciales te pueden traer a la memoria aquello en lo que ha fallado”. Pero el sacerdote deja claro que “no es tan importante el que uno se acuerde uno absolutamente todo y lo diga todo con todos los detalles”, sino ese movimiento interno de la conciencia en la que uno “se descubre a si mismo necesitado de volver a casa”.
La alegría del retorno
Ángel Moreno explica este “Sacramento de la Misericordia” haciendo referencia a la parábola del Hijo Pródigo. “Cuando el hijo menor está dispuesto a confesar su pecado ante su padre, a su éste no le interesa ya tanto que le cuente sus miserias como el abrazo del retorno”. Por este motivo, el sacerdote anima a “recuperar en el sacramento de la misericordia y del perdón esa dimensión pascual”, es decir, esa “alegría del retorno a casa” y, sobre todo, “recordar que la paz interior viene de ese abrazo con la misericordia”.
Moreno, que es Misionero de la Misericordia, recuerda que el papa Francisco “pidió que no hiciéramos preguntas inoportunas” durante las confesiones. Es decir, que el confesor “no fuera con el mazo del juicio sino con la manta de la misericordia para devolver la dignidad al penitente, ya que la propia vergüenza que pueda sentir es ya suficiente señal de arrepentimiento”. Asimismo, señala que Francisco anima a que el confesor diga “ya te entiendo”, sin “escarbar en lo intimo, en esa historia de vida herida”, para centrarse en “ese primer momento de vuelta a casa y que la persona encuentre el abrazo”.