“Algunos de los estados mexicanos donde hay más narcotráfico y grupos delincuenciales, son los de mayor porcentaje católico”, lamentó el responsable de la Dimensión de la Doctrina de la Fe de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Felipe Arizmendi Esquivel, tras citar una encuesta publicada en días pasados.
De acuerdo con la Encuesta Mundial de Valores, reseñada por el diario El Financiero, en su edición del 22 de marzo, el 95% de los mexicanos dice creer en Dios; el 90% afirma que hace rezos u oraciones en algún momento; el 75% considera que la religión es muy o algo importante en su vida; el 62% reza de manera más o menos frecuente, y el 43% asiste a Misa por lo menos una vez a la semana.
El también obispo emérito de San Cristóbal de las Casas apuntó que, además, entre las 50 ciudades más violentas del mundo, figuran 14 mexicanas, encabezadas por Tijuana y Acapulco; le siguen Ciudad Victoria, Ciudad Juárez e Irapuato. Después, Cancún, Culiacán, Uruapan, Ciudad Obregón, Coatzacoalcos, Celaya, Ensenada, Tepic y Reynosa. “Esto es una contradicción con el hecho de que la mayoría decimos ser creyentes”, dijo.
En un artículo titulado: “Mafiosos, ¡Conviértanse!”, Felipe Arizmendi también se refirió al censo poblacional del año 2010, que reveló que el 83.95% de mexicanos son católicos. “Si esto es así –se cuestionó– ¿cómo se explica que haya tanta violencia, extorsiones, secuestros, asesinatos, robos, narcotráfico, corrupción, inseguridad, huachicoleo, etcétera.?, ¿qué tipo de catolicismo revela?, ¿no será tiempo de conversión, de mafiosos y de nosotros?, ¿tiempo de revisar la evangelización y toda nuestra práctica pastoral?
Y es que –explicó el obispo– en México “es común que narcotraficantes, extorsionadores, secuestradores, ladrones y otros delincuentes usen imágenes religiosas, como amuletos para que les protejan, o sólo como un recuerdo de su hogar, de su madre que les puso un escapulario, un crucifijo, una estampita de la Virgen”.
Consideró que en el fondo estas personas “tienen una chispita de fe, una creencia diluida, una búsqueda de protección, pero no para seguir los mandatos de Dios, sino para lograr sus objetivos malévolos. Por una parte invocan a Dios, a la Virgen y a los santos, y por otra hacen lo contrario a la fe verdadera. Denotan una total falta de evangelización. Aunque se digan católicos o creyentes, demuestran que no lo son”.
Para el obispo, algo semejante pasa con algunos “políticos, legisladores, gobernantes, empresarios, artistas, comunicadores, deportistas, que vergonzosamente ocultan sus creencias religiosas, pero llevan en su cartera, o debajo de su ropa, alguna imagen católica, pues tenerla consigo les ayuda a encomendarse a Dios y a la Virgen, a los santos o a los ángeles, para pedir que les vaya bien, pero en sus criterios y comportamientos se olvidan de esas raíces o motivaciones”.
Recordó las palabras del Papa pronunciadas el 15 de septiembre de 2018 en Palermo, Sicilia: “No puedes creer en Dios y odiar a tu hermano, quitar la vida con odio. La Biblia recuerda esto: ‘Si uno dice: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, es un mentiroso’. Un mentiroso, porque desmiente la fe que dice que tiene, la fe que profesa Dios-Amor. El amor de Dios repudia toda violencia y ama a todos los hombres. Por lo tanto, la palabra odio debe ser borrada de la vida cristiana; por eso, uno no puede creer en Dios y maltratar a su hermano. No se puede creer en Dios y ser mafioso”.
“En vez de sólo juzgar y condenar a los demás, al sistema, al gobierno, a las iglesias, cada quien veamos en qué debemos cambiar; qué actitudes son contrarias a la fe, al camino de Jesús. Muramos a nuestros pecados, para resucitar con Cristo a una vida nueva”, dijo Arizmendi, y llamó a los mexicanos a aprovechar la Cuaresma para “reflexionar y convertirnos más y más”.