Intensa y fructífera ha sido la Asamblea de primavera de la Conferencia Episcopal Española (CEE), clausurada en la mañana de este viernes 5 de abril en Madrid, que ha aprobado tanto sus nuevos Estatutos como el plan de formación para los seminarios mayores, como adelantó ayer Vida Nueva, y que ha dado, además, un importante paso en su lucha contra los abusos en la Iglesia española al solicitar a la Santa Sede un mandato que “nos dé autoridad para que la CEE pueda legislar para todas las diócesis”.
Así lo confirmó en rueda de prensa el secretario general Luis Argüello, quien manifestó que este “decreto general, que será público y en el que se darán cauces para que quien quiera puedan denunciar”, convierte a la española “en la primera conferencia episcopal del mundo que ha pedido un mandato a la Santa Sede para que le permita promulgar un decreto, para toda la Iglesia en España, sobre los procesos en materia de abusos sexuales a menores”.
Junto a esta petición, emanada de la comisión episcopal antiabusos, la Asamblea Plenaria, ha dado el visto bueno a que esta comisión elabore tambien un directorio donde se den “las orientaciones precisas para la prevención de los abusos sexuales y el acompañamiento pastoral a las víctimas”.
En este sentido, Argüello reivindicó la labor que la institución está haciendo para luchar contra la lacra de los abusos e hizo votos para que otras instituciones hagan lo propio. Así, al referirse a los casos de abusos ocurridos en el mundo del deporte o de la educación, señaló que le gustaría que entonces se mirase, como se hace con la Iglesia, “al presidente de esa federación deportiva o al ministro de Educación”.
“Nosotros somos una institución que trata de salir al paso de todo esto, que ha reconocido que lo ha hecho mal, que y este protocolo y el directorio en el que estamos trabajando ya supone para nosotros un cambio de mentalidad. Como nos gustaría que otras instituciones instituciones hiciesen también sus protocolos”, señaló.
Aunque algunos esperaban que de esta Plenaria saliese también una nota sobre las próximas elecciones generales, no fue así, por lo que, a preguntas de los periodistas, el también arzobispo de Valladolid hizo un amplio repaso a una extenso artículo suyo difundido la víspera por la revista Ecclesia titulado “Ante las próximas elecciones”.
En ese sentido, recordó que “el compromiso cívico no puede agotarse en depositar una papeleta en la urna el día que vamos a votar, sino que se trata de arrimar todos el hombro por el bien común”, e invitó a apostar por una cultura de la vida, que promueva las ayudas a las familias y la acogida a los inmigrantes, lo que le pareció muy adecuado para afrontar “un invierno demográfico tan fuerte” como el que está viviendo España.
Asimismo, y “ante la salida casi en falso de la crisis económica porque muchas personas, incluso teniendo un trabajo, no tienen un sustento para una vida diga, pedimos a los políticos que encabecen un nuevo pacto social para la distribución de lea renta y afrontar una reforma del estado del bienestar”.
Argüello reivindicó también “una cultura del encuentro” en la cuestión territorial y se refirió al derecho a decidir “como una especie de mantra” para justificar también cuestiones que afectan al individuo, a su sexo. En el ámbito político, señaló que ese derecho a decidir “hay que valorarlo, ver su contenido y contexto social, y en el de la vida social española la actual, el marco constitucional es donde se toman hoy las decisiones”.
También salió el polémico caso sobre unos cursos de la Diócesis de Alcalá para “curar” la homosexualidad, según denunció el pasado martes eldiario.es. Los obispos abordaron en la Plenaria este asunto y emitieron una nota en la que expresaron su apoyo al obispo Juan Antonio Reig Pla y a su Centro de Orientación Familiar (COF), a la vez que mostraron su rechazo “a la irrupción de un grupo de personas vociferantes en un templo donde se estaba celebrando la liturgia de la Iglesia”.
Igualmente, en esa declaración los obispos afirman “la libertad de la Iglesia, reconocida en la Constitución española, la Ley orgánica de libertad religiosa y los Tratados internacionales sobre derechos humanos, para ofrecer su visión de la persona y acoger y acompañar a quien libremente se acerque a ella para crecer en un desarrollo humano integral desde el anuncio del Evangelio y el amor misericordioso de Dios”.
A Argüello sí le parece que en todo este caso de los cursos para homosexuales hay “un equívoco y tiene que ver con la expresión ‘curar’. A mí estos días me han preguntado si la homosexualidad se cura y dije que no, pero sí tenemos experiencia en acompañamiento a personas y pedimos también que se respete que aquellas que, teniendo un cuerpo de varón o mujer tengan una orientación distinta y que vivan eso con malestar y preocupación, y quieran buscar una compañía que les ayude a vivir ese momento, se las deje hacerlo. Y esa es la pretensión del COF de Alcalá. Y al hablar de curación solo la usamos en nuestra jerga desde el punto de vista espiritual y no médico”.
El caso de Ángel Hernández, en libertad sin fianza tras confesar que ha ayudó a morir a su mujer, María José Carrasco, de 61 años de edad, y enferma de esclerosis múltiple desde hacía 30 años, apareció también, como era previsible, en la rueda de prensa. Sobre eso, el secretario general expresó “la situación de duelo y pésame a una familia que vive una situación tan dramática, de excepcional carga dramática que hace que se plantee en tiempo electoral una legislación al respecto”.
Y en este sentido, afirmó que “la muerte provocada nunca es la solución a los conflictos, ni en el aborto, ni en la eutanasia. ¿Por qué no nos planteamos, desde la afirmación radical de la vida, una ley para ayudar a las personas en los cuidados paliativos, para ayudar a los cuidadores a sobrellevar estos momentos tan significativos? La Iglesia no está a favor del ensañamiento terapéutico y sí de los cuidados paliativos”.
Argüello apuntó que su postura está en sintonía con los colegios de médicos y destacó que “las enfermedades generativas están pidiendo de nosotros una reflexión, pero la muerte provocada no es la solución a los problemas que tenemos como sociedad”.