Después de casi un mes desde el inicio de la minga indígena en el suroccidente de Colombia, y del fallido intento del presidente Iván Duque de entablar un diálogo –este 9 de abril– con los líderes que han reclamado la defensa de sus territorios ancestrales y del ‘buen vivir’ de sus pueblos, las 24 congregaciones de la vida religiosa, presentes en la región, se han sumado su voz a la de la Iglesia y los movimientos sociales –como la Coordinadora de las Organizaciones de la Cuenca Amazónica (COICA)– que claman por soluciones, diálogo y reconciliación.
La seccional Cauca de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC), en cabeza de su actual presidente, el hermano marista Juan Carlos Jairo Villarreal, se ha mostrado particularmente sensible a la crisis. “Nos sentimos interpelados por los signos de los tiempos en medio de la realidad que nos rodea y profundamente unidos a los sufrimientos de nuestro pueblo”, ha manifestado a través de un comunicado.
De cara a la división y a la “radicalización de los extremos”, así como al impacto que generan tanto la escasez de alimentos como “las vías de la ilegalidad” en la región, cuyos efectos golpea, particularmente, al “pueblo que se empobrece y sufre”, la vida religiosa exige priorizar “el bien común, sin distinción de raza, cultura y religión”.
Para ayudar a sanar las heridas que dejan los días de protesta y paralización de la vía Panamericana, los religiosos y las religiosas del Cauca ofrecen su mediación como “vasos comunicantes” y “gestores de esperanza” de la ‘Iglesia en salida’ que impulsa Francisco: “sabemos que los religiosos podemos ser signos y puentes de diálogo y reconciliación”, afirma los representantes de la CRC.
“Les invitamos a ser gestores de un cielo nuevo y una tierra nueva en la que todos tengamos cabida, donde podamos defender conjuntamente los derechos de todos los caucanos”, concluye el comunicado.