Recientemente se llevó a cabo en Latacunga, Ecuador, el Encuentro Latinoamericano de Agentes de Pastoral Nativos de Pueblos Originarios, con la participación 47 personas, entre seglares, religiosas, diáconos y sacerdotes procedentes de diferentes culturas indígenas de la región.
Sobre el encuentro –promovido por el Departamento de Cultura y Educación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)– el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas (México), Felipe Arizmendi Esquivel, quien coordinó el evento, explicó que el objetivo fue compartir la realidad de los pueblos originarios latinoamericanos, discernir criterios a la luz del Magisterio universal y latinoamericano, y hacer propuestas pastorales para fortalecer el proceso hacia una Iglesia con rostro autóctono.
Arizmendi, quien durante más de 20 años trabajó en comunidades indígenas en el estado de Chiapas, explicó que al compartir sobre la pastoral que se hace por parte de la Iglesia en beneficio de sus pueblos, los participantes consideraron que hay una primavera eclesial en la Iglesia con la presencia del Santo Padre Francisco; sin embargo, dejaron en claro que “aún falta una dimensión más profética de la Iglesia, una Iglesia que salga del templo y que baje al altar del pueblo”.
Los asistentes, provenientes de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y México, también expusieron otros desafíos; entre ellos, que hace falta un acompañamiento cercano a los pueblos con corazón y pensamiento propio, el desconocimiento y prejuicios de la pastoral indígena y el peligro de una folclorización de la espiritualidad indígena.
También señalaron que son pocos los sacerdotes y religiosos que acompañan a los pueblos indígenas, aunque reconocieron que los que están trabajando con ellos, lo hacen de manera comprometida y constante: “Hay algunos obispos comprometidos con nuestros pueblos, acompañando y empujando los procesos”, dijeron.
Los agentes de pastoral pidieron de manera particular que en los seminarios y en las casas de formación religiosa “no se les robe su identidad”, que la Iglesia valore las vocaciones indígenas, “desde la cosmovisión y espiritualidad de los pueblos”, y acompañar al pueblo en su proceso de reflexión teológica y en sus luchas sociales, sobre todo en la defensa de sus derechos, cultura y territorio.
Finalmente, hicieron un llamado a aprender sus idiomas, para evangelizar tomando en cuenta su cultura; fortalecer la forma y el modo de acompañamiento de los pueblos originarios ante la realidad urbana en que se insertan y viven, y continuar el trabajo de los derechos humanos de los pueblos originarios.
En un mensaje titulado: “Cristo mismo es indígena en los miembros de su Cuerpo”, los participantes aprovecharon para denunciar la situación de exclusión, explotación, discriminación, machismo y comunidades divididas en sus países.
“Nos preocupa la situación de nuestros países, en lo económico, político, social, cultural y eclesial. Nos aflige la creciente migración de nuestros pueblos, en su mayoría forzados por la falta de atención a las necesidades básicas, por la violencia, trata de personas, criminalización, el narcotráfico, la contaminación, deforestación masiva de los bosques y devastación de los territorios, entre otras realidades de muerte”.
Por ello, al final del encuentro expresaron su deseo de que en la Iglesia haya un sínodo sobre pueblos originarios.