Continuando con el compromiso pastoral de los ‘Viernes de la Misericordia’, el papa Francisco ha visitado en la tarde de hoy, 12 de abril, la Aldea Emanuele, en las afueras del norte de Roma, un conjunto de casas dedicado de manera exclusiva al cuidado de personas que padecen Alzheimer. El Aldea Emanuele está organizado como un pueblo real, de tal manera que sus huéspedes pueden vivir en condiciones lo más normales posible, reproduciendo pequeños aspectos de la vida cotidiana.
Según explica la Santa Sede, a su llegada, Francisco “fue recibido con asombro por los residentes y el personal en el patio de la Aldea“. El Papa ha saludado a los presentes, intercambiando algunas palabras de consuelo con cada uno de ellos. Después, algunos residentes, junto con el presidente honorario de la Fundación, Francesco Maria Emanuele, y su actual presidente, Franco Parasassi, han acompañado al Papa a las diversas áreas del recinto, donde el Santo Padre se ha encontrado con más residentes que se encontraban descansando en sus habitaciones o dedicados a otras actividades recreativas.
Antes de abandonar la Aldea Emanuele, el Papa ha obsequiado a los residentes con un pergamino con un pensamiento escrito a mano y un lienzo que representa la Natividad. “La presencia del Papa se ha vivido por todos como un regalo y un momento de alegría”, han apuntado desde el Vaticano.
Luchar contra la soledad
Con esta visita, Francisco ha querido “dirigir su atención a las condiciones de exclusión y soledad que una enfermedad como el Alzheimer puede generar en personas que la sociedad suele dejar solas, creando una fuerte desorientación, angustia y sufrimiento en las familias”. “El aumento progresivo de la esperanza de vida también exige una mayor conciencia y respeto por las necesidades y la dignidad de quienes viven esta enfermedad en sí mismos y de quienes están cerca del paciente”, reclama la Santa Sede.
La Aldea Emanuele fue creada para que los residentes pudieran seguir manteniendo un puente de comunicación con el exterior, promoviendo la socialización y la inclusión de los mismos. Así, pueden comprar en el supermercado, ayudar a los trabajadores de la cocina, encargarse de la administración del hogar y mantener un sentido de la realidad y su propia identidad pero, a la vez, contar con trabajadores que atiendan sus necesidades, como médicos, asistentes sociales o psicólogos. De esta manera, los profesionales pueden ayudar a los residentes en lo que necesiten, además de ofrecerles distintas actividades.