La Iglesia en Mendoza pasa una de las crisis más duras. Desde el primer día hábil de este año, los embates que está viviendo esta arquidiócesis son muy complejos. Sin embargo, son golpes que con altura y decisión, su arzobispo Marcelo Colombo y su obispo auxiliar, Marcelo Mazitelli, están enfrentando.
Monasterio Cristo Orante
Vale recordar de que el pasado 3 de enero, el arzobispo comunicaba su decisión de “cerrar preventiva y provisoriamente” el Monasterio del Cristo Orante. “Hemos escuchado el sufrimiento de quienes se han acercado a declarar estos hechos dolorosos que originaron la causa en la sede penal canónica y en la justicia penal estatal. También hemos tenido en cuenta los distintos elementos aportados a estas causas, algunos de los cuales no fueron efectuados en la declaración en la causa canónica, pero referidos públicamente por las máximas autoridades de la procuración penal. Todo ello nos exige velar por el bienestar de los jóvenes religiosos que han permanecido en el Monasterio”, escribió Colombo.
El prelado adoptó esta decisión mientras se investiga a los monjes en “la justicia penal, canónica y del Estado” y a fin de considerar “el modo de continuar con esta experiencia de vida religiosa en este contexto”.
Pero los escándalos son muy bienvenidos en los medios masivos de comunicación, especialmente en temas como el abuso por parte de sacerdotes. Tal es así, que frente a la reciente parafernalia mediática que se generó en torno al supuesto flagelo que vivió el ex seminarista Nicolás Bustos en sus años de formación en ese Monasterio, el arzobispado de Mendoza difundió sendos comunicados dando precisiones sobre la causa penal canónica y también objetando el accionar de algunos medios de comunicación mendocinos al informar sobre este proceso por supuestos casos de abusos.
Arzobispado y medios
El comunicado del 10 de abril, que se titula “Ante las injurias y la desinformación, toda la verdad”, detalla que “el denunciante ha sido citado por este Arzobispado, así como por el Tribunal eclesiástico de Buenos Aires a fin de ponerlo al corriente de la causa penal canónica y para que ratifique y/o amplíe su denuncia. No se ha presentado. Podemos comprender su dolor, pero lamentamos que la destructiva interferencia de terceros con otros intereses, lejos de ayudarlo lo aísle de toda posibilidad de expresión e información”. Y agrega: “hasta Mendoza han venido a tomar declaración al denunciante y a otros testigos, los miembros del Tribunal Eclesiástico de Buenos Aires”, refiriéndose a una nota en el diario mendocino El Sol, considerada por Colombo con acusaciones “falsas”.
Además de todo, el arzobispado corrige al periódico: “es errónea también la expresión periodística ‘los investigadores enviados por la Santa Sede’ ya que tales investigadores fueron designados por este Arzobispado, atento a la necesidad de esclarecer el delito objeto de la denuncia”.
Si hay un obispo argentino que no se equivoca en cuestión de procedimientos legales es Marcelo Colombo. Justamente por su profesión de abogado y como titular de cátedra en la carrera de Derecho Canónico de la Universidad Católica, sabe dar los pasos justos y necesarios para estos casos. Pero su capacidad profesional no le quitan su carisma de pastor que ayuda, que escucha, que acompaña.
