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Cónclave 2013: Scola acabó pidiendo el voto para Bergoglio

  • El periodista Gerard O’Connell detalla en un libro todos los escrutinios en la Capilla Sixtina
  • Tras obtener 30 votos por los 26 del arzobispo de Buenos Aires, el titular de Milán se estancó
  • Hubo maniobras hablando de la mala salud de Francisco y de su supuesta vinculación con la dictadura





Gerard O’Connell, vaticanista de America Magazine, la publicación jesuita estadounidense, acaba de publicar este domingo 14 de abril un libro que está dando mucho que hablar. Y es que, en ‘The Election of Pope Francis: An Insider Account of the Conclave That Changed de History’ (Orbis Books), cuenta con todo lujo de detalles cómo transcurrió, en marzo de 2013, el cónclave en el que salió elegido Francisco como sucesor de Benedicto XVI.

Así, lo más significativo es conocer el resultado de la primera votación, realizada el 12 de marzo de 2013 por la noche. En ella, Angelo Scola, cardenal de Milán, obtuvo 30 votos, encabezando la lista. De este modo se cumplía con lo que mostraban los rumores previos al cónclave, que indicaban que el vencedor sería el purpurado vinculado a Comunión y Liberación.

Ouellet, O’Malley y Scherer

Aunque, si bien en ese punto acertaron, las quinielas previas no contaron con que, en segunda posición, aparecería el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, quien ya tuvo un papel destacado en el cónclave de 2005, cuando fue elegido Ratzinger. Así, en ese primer sufragio, el cardenal argentino ya tuvo 26 papeletas. Tras Scola y Bergoglio, se situaron el canadiense Marc Ouellet (otro de los favoritos), con 22; el pastor de Boston, Seán Patrick O’Malley, con 10; y el brasileño Odilo Pedro Scherer, quien, pese a entrar en la Capilla Sixtina como uno de los papables, apenas obtuvo cuatro.

Tras esta primera votación, al no alcanzar ninguno los 77 votos exigidos entre los 155 electores, ya se empezaron a definir dos bloques muy definidos, apoyando los más conservadores a Scola y los más progresistas a Bergoglio. El pastor bonaerense, según O’Connell, fue apoyado con mucha fuerza en los corrillos de esa noche por cardenales como Oswald Gracias, Walter Kasper, Laurent Monswengo, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Jean-Louis Tauran o Peter Turkson.

Bergoglio, en cabeza

La siguiente votación, celebrada el 13 de marzo por la mañana, dejó el siguiente resultado: Bergoglio, 45 votos; Scola, 38; Ouelllet, 24. Tras esa fumata negra, no obstante, ya quedó algo claro: el cardenal argentino estaba ya en cabeza. Aunque aún le quedaban 22 votos para vestires de blanco…

Se acercó en la tercera votación, donde Bergoglio alcanzó 56 votos, por los 41 de Scola, que veía que su candidatura se estancaba. De hecho, según el periodista estadounidense, el mismo cardenal de Milán se reunió esa mañana con un grupo de purpurados italianos que le apoyaban (entre ellos, Angelo Bagnasco, Giuseppe Betori y Carlo Caffarra) y “les exhortó a que votaran por Bergoglio”. Aunque, siempre según la versión de O’Connell, “ellos no le querían escuchar, no querían que arrojara la toalla”.

¡Todo falso!

De hecho, en las horas siguientes, con motivo de perjudicar la candidatura de Bergoglio, comenzó a “difundirse la noticia de que solamente tenía un pulmón”. Maradiaga y Santos Abril habrían tenido que pedirle que, en voz alta, “aclarara las dudas”. Tras hacerlo el arzobispo de Buenos Aires, llegó “otro intento por frenar su elección: un purpurado fue a hablar con Karl Lehmann, tratando de plantar una conocida y desmentida ‘leyenda negra’ sobre el pasado de Bergoglio: un supuesto acuerdo con la dictadura militar de su país (1976-1983). Lehmann se dirigió al brasileño Hummes para hablar al respecto y recibió una respuesta lapidaria: ‘¡Es todo falso!’”.

Esa tarde, en la cuarta ronda, Bergoglio llegó a los 67 votos, por los 32 de Scola y los 13 de Ouellet. Ya no había dudas… Aunque había que ratificarlo en la que sería la quinta y definitiva votación. En ella, Bergoglio recibió 85 votos, Scola, 20, y Ouellet, ocho. Con mucha paz, “Bergoglio se levantó, fue a donde estaba Scola y lo abrazó”.

El resto de la historia, ya con Bergolio presentado ante el mundo como Francisco (¡habemus papam!), es mucho más conocida…

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