“Expreso el deseo de que la catedral de Notre Dame pueda volver a convertirse, gracias a las obras de reconstrucción y la movilización de todos, en el corazón de la ciudad, signo de la fe de quienes la construyeron, madre iglesia de su diócesis, patrimonio arquitectónico y espiritual de París, Francia y la humanidad”. Así se ha referido hoy, 16 de abril, el papa Francisco al incendio que ayer arrasó el techo y la aguja central del templo parisino.
En su mensaje al arzobispo de París, Michel Aupetit, Jorge Mario Bergoglio ha querido unirse a “su tristeza, así como a la de los fieles de su diócesis, los habitantes de París y todos los franceses”. Asimismo, “en estos días santos, donde recordamos la pasión de Jesús, su muerte y su resurrección, les aseguro mi cercanía espiritual y mi oración”.
Un símbolo nacional
Francisco ha indicado que el desastre ha dañado “seriamente” un edificio histórico, pero va más allá: “Me doy cuenta de que también ha afectado un símbolo nacional muy querido en los corazones de los parisinos y franceses en la diversidad de sus creencias”. Porque “Notre Dame es la joya arquitectónica de una memoria colectiva, el lugar de reunión de muchos eventos importantes, el testimonio de la fe y la oración de los católicos en la ciudad”.
El Papa ha querido también reconocer el “coraje” y “trabajo” de los bomberos que intervinieron para acabar con el fuego. Por último, ha llamado a “la bendición de Dios sobre los habitantes de París y de toda Francia”.
