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Carlos María Domínguez: “Un obispo debe ser un servidor que llene de esperanza al pueblo de Dios”





“Una gran sorpresa y una gran conmoción” es lo que ha supuesto para Carlos María Domínguez la noticia de que el papa Francisco lo haya elegido como nuevo obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo (Argentina). Como explica a Vida Nueva, si bien esta diócesis pertenece a una de las dos únicas provincias – de las 24 que existen en el país – que no conoce, “uno tiene que sobrenaturalizar estas cosas y pensar que es el mismo Dios el que te lo está pidiendo en nombre de la Iglesia”. Y “uno tiene que ser fiel a lo que prometió una vez a Dios”.

A pesar de no conocer personalmente la diócesis, lo cual hace que “todo sea completamente nuevo”, si que conoce a su arzobispo, Jorge Eduardo Lozano, porque fue quien le puso al frente de la pastoral de juventud de la Conferencia Episcopal Argentina. También conoce personalmente al Papa, que era su obispo en Buenos Aires antes de que Domínguez llegase a España.

La ordenación del vigésimo obispo de la Orden de los Agustinos Recoletos tendrá lugar en la ciudad de San Juan a finales de junio o principios de julio, ya que la fecha no se ha establecido todavía.

PREGUNTA.- ¿Se ha fijado ya algún objetivo para su ministerio? ¿Cómo le gustaría abordarlo?

RESPUESTA.- Para mí hay una figura muy fuerte en mi espiritualidad, que es el cardenal Eduardo Pironio. Quería que mi lema episcopal fuese algo que tuviera que ver con la esperanza, como él la predicó mucho en su ministerio. Por eso elegí como lema la cita de Romanos 12:12, “alegres en la esperanza”, porque creo que eso tiene que ser el obispo, un servidor que contagie la alegría que viene de Jesús y llene de esperanza al pueblo de Dios.

P.- Esta ordenación trae consigo un cambio de vida, ¿qué supone para usted volver a Argentina?

R.- Supone dejar jurídicamente, no afectivamente, la orden de Agustinos Recoletos, ya que aunque está en Argentina, no se encuentra presente en esta diócesis. Supone un cambio fuerte, radical. Cuando me puse en contacto con el arzobispo le pedí que me enseñase a ser cura, porque yo soy fraile, y después obispo. Dejar a España es dejar a mucha gente querida, con la que he establecido lazos durante mi estancia aquí, así como dejar mi ejercicio de gobierno en manos del Señor y que los superiores provean.

Carlos María Domínguez, en la JMJ de Panamá. Foto: Oficina de comunicación Orden de Agustinos Recoletos

P.- Usted ha sido uno de los principales impulsores de la pastoral juvenil agustino recoleta, ¿qué opinión le merece la reciente exhortación ‘Christus vivit’ de Francisco?

R.- Es una gran alegría que la Iglesia renueve su opción por los jóvenes. Cuando el Papa anunció el Sínodo de los Jóvenes tuve la oportunidad de encontrarme con él y le agradecí que lo hubiese convocado. Es muy bueno que la Iglesia, como madre y maestra, se haya propuesto escuchar a los jóvenes y acompañarlos. Como decía el Papa el otro día, durante la Pascua: “Todo lo que Jesús toca, se hace joven”. Y muchos jóvenes tienen que tocar a la Iglesia para rejuvenecerla también.

P.- Y eso, ¿cómo se consigue?

R.- Lo primero que hay que hacer es que los jóvenes tengan una experiencia con Jesús vivo. Mientras no se haga eso, lo demás lo van a ver como algo externo y alejado. Cuando se den cuenta de que dentro de la Iglesia también se vive esa perspectiva de Jesús resucitado, también verán que lo más lógico es vivir esa fe en comunidad, en una comunidad que es la Iglesia.

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