“Yo espero que hayamos aprendido en estos años un modo distinto de tratar las cosas y que ahí pudo haber errores, deficiencias, debió haberlos, porque hemos sido condenados por eso, pero la condena no viene por encubrimiento, viene por esos otros errores”, afirma tranquilo el obispo Celestino Aós, administrador apostólico de Santiago, entrevistado por el diario La Tercera en su edición de hoy domingo.
A la consulta respecto a la solicitud de víctimas de abusos que piden constituir una comisión de verdad, responde con claridad: “Tenemos interés en saber qué pasó, qué posibilitó el hecho de que estas aberraciones tan brutales, tan absolutamente injustificables, se diesen, repitiesen o perdurasen en el tiempo. Y que, en algunos casos, evidentemente, no fueron bien gestionadas, por decir lo menos. Nos interesa conocer la verdad para que haya justicia. Yo hablé con algunas víctimas y se los dije, y se los vuelvo a decir también desde aquí, que espero que podamos colaborar, ellas tienen un aporte muy importante que ofrecer”, expresó, agregando que considera un excelente camino que se confíe a un grupo de personas la investigación y elaboración de un informe.
También el diario “El Mercurio”, el mismo domingo incluye una larga entrevista a Aós. Consultado si considera que la Iglesia estuvo más del lado de sus sacerdotes que de las víctimas, contestó que “en algunos casos, sí, no siempre. Es un error tremendo. A la Iglesia no se le defiende con la mentira sino con la verdad. Si un hermano, un sacerdote, un obispo, un cardenal o el Papa se equivocan, la Iglesia tendrá que humillarse y pedir perdón, y decir esto está mal, lo haya hecho el que lo haya hecho”.
Es notorio el estilo diferente a sus predecesores lo que no deja de provocar comparaciones, ante las cuales su respuesta ha sido categórica: “No juzgo la conducta de los anteriores, del mismo modo que creo que el Papa Francisco tiene un estilo diferente del que tenía el Papa Benedicto XVI. Tengo un estilo que es el mío, hago lo que sé, lo que puedo y lo que me parece que en ese momento puedo hacer”, dijo al diario La Tercera.
Cardenal Errázuriz interrogado
El mismo diario entrega también hoy un extenso artículo que reproduce partes del interrogatorio de 12 horas al que fue sometido el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de 85 años. Imputado por supuesto encubrimiento de delitos sexuales cometidos por sacerdotes, durante el interrogatorio el Fiscal Jorge Escobar le planteó 261 preguntas.
El primer interrogatorio se realizó el jueves 28 de marzo ocasión en la que se le consultó por su rol en 11 casos en que se investiga a sacerdotes por abuso sexual de menores y violación. Uno de esos casos concentró la mayor parte de la indagación: el que involucró al expárroco de El Bosque Fernando Karadima. En dos oportunidades su defensor intervino y Errázuriz guardó silencio ante las preguntas del investigador, además, en 35 ocasiones ante una pregunta directa de la fiscalía se limitó a responder: “No recuerdo”.
“¿Usted entiende que los abusos sexuales cometidos contra menores de edad por miembros del clero son pecados o delitos?”, pregunta el fiscal y Errázuriz afirma que “son delitos. Hay un avance. Al principio se consideró pecado, luego una deformación sicológica y luego un delito”.
El segundo día de interrogatorios, el fiscal preguntó a Errázuriz si recordaba que José Andrés Murillo, uno de las tres víctimas denunciantes de Karadima, el año 2003 le pidió, a través del jesuita Juan Díaz, contactarse con él para contarle lo que ocurría en la parroquia de El Bosque. “No recuerdo”, contestó Errázuriz. “¿Llamó a la víctima para corroborar sus acusaciones? ¿Inició una investigación previa contra Karadima con el solo mérito de la denuncia de Murillo? ¿Por qué no lo hizo? ¿Estaba usted obligado a hacerlo conforme a las disposiciones del Derecho Canónico?”. A todas estas interrogantes Errázuriz respondió: “No recuerdo”.
A otras preguntas el cardenal responde con argumentos que explican su actuar siempre fundado en el Derecho Canónico. El interrogatorio tuvo lugar los últimos días de marzo pasado.
