Según el último recuento oficial, al menos 290 personas han muerto y otras 500 han resultado heridas tras los ataques terroristas que tuvieron lugar ayer en Colombo, Negombo y Batticoloa, en Sri Lanka. Unos atentados coordinados que tuvieron como doble objetivo a la comunidad católica y al turismo extranjero, principal fuente de ingresos del país.
A primera hora de la mañana varias bombas sembraban el terror de forma coordinada en la iglesia de Zion en Batticaloa, la iglesia de San Antonio en Kochchikade y la iglesia de San Sebastián en Negombo, y en los hoteles de Shangri-La, Canela y Kingsbury. Además, se registraron otras explosiones menores en un pequeño hotel cerca del El zoológico Dehiwela, en Colombo, y en una casa en los Jardines Mahawila, en el área de Dematagoda, también en Colombo.
“No puedo imaginar que un ser humano pueda atacar a los pacíficos en su día de celebración”, condenó el jeque Ahmed al-Tayeb, el gran imán de la universidad de Al-Azhar de Egipto: “La disposición perversa de esos terroristas va en contra de las enseñanzas de todas las religiones”.
El cardenal arzobispo de Colombo, Malcolm Ranjith, calificó como “un acto bestial y no humano” lo que sucedió y expresó sus condolencias a las familias de los muertos y heridos. Además, hizo un llamamiento a los ciudadanos para donar sangre para los damnificados e instó a los médicos a colaborar como voluntarios en el Domingo de Resurrección.