La reforma de la Iglesia está en marcha. Ahora toca poner los medios para hacerla realidad. Desde este convencimiento el Grupo Iberoamericano de Teología se reúne hasta mañana en Puebla, cuarenta años después de la histórica III Conferencia General del CELAM, bajo el lema ‘La Sinodalidad en la vida de la Iglesia’.
Recuperando el espíritu profético de aquella cita, este foro de pensamiento coordinado por Rafael Luciani, Carlos María Galli y el jesuita Fernando Fernández Font, busca cauces operativos para aterrizar la colegialidad y la corresponsabilidad en espacios de gobierno, en la legislación, en participación de los laicos…. Organizado por la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College, con el apoyo de la Universidad Iberoamericana de Puebla, este tercer encuentro de pensadores cuenta con el respaldo del cardenal arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, Baltazar Porras.
Preguntado por la nueva constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’, cuyas líneas maestras ha adelantado Vida Nueva, el teólogo venezolano Rafael Luciani considera que se trata de “un cambio fundamental” en tanto que “institucionaliza la visión de la Iglesia discipular misionera” que dio sus primeros pasos en Aparecida y que se desarrolló en ‘Evangelii Gaudium’, la exhortación programática del Para Francisco.
Aun así, el profesor del Boston College y de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas sugiere que “no se trata de una reforma de Francisco, sino hecha en el pontificado del Papa Francisco siguiendo el mandato conciliar que inició el Papa Pablo VI, pero desde un nuevo aggiornamento”.
A juicio del pensador, “ahora hay que dar el paso siguiente, o lo que es lo mismo, la integración de sujetos eclesiales en la gobernanza de la Iglesia, para que puedan interactuar”. Y en este cometido incluye a obispos, sacerdotes, religiosos, laicos… “Tenemos que aterrizar el reconocimiento de la teología del bautizado, como base de esta pirámide invertida, que ya planteó se planteó en el Concilio Vaticano II. La totalidad de los fieles tiene que participar, no puede depender solo de la potestad del obispo, sino de la misión de la Iglesia”, apuesta.
“En el actual Código de Derecho Canónico se dice que el obispo tiene potestad prácticamente para todo, sino embargo, ahora hay muchos temas que exigen abordarse desde la interdisciplinariedad, lo que requiere gente preparada específicamente para esos determinados ámbitos”, reflexiona el coordinador de las jornadas.
En esta misma línea, considera que el actual encuentro de Puebla se erige como “una oportunidad” para que la sinodalidad se traduzca “en una reforma de estructuras”. “Por eso hemos invitado a participar en este tercer encuentro a un grupo de canonistas, porque ya no es solo necesario un cambio de mentalidad, sino en las propias instituciones”.
Sin embargo, alerta del peligro de que esta corresponsabilidad se confunda con “una mera sustitución de sujetos dentro de una transferencia de poder, porque acabaríamos manteniendo la misma estructura clerical, simplemente habiendo cambiado los sujetos, esto es, los laicos por los sacerdotes”. Para vencer esta tentación, insiste en que “hay que entender una realidad: todo bautizado tiene algo que aportar que el otro bautizado no puede”.
Así, subraya cómo “al rescatar los debates del Concilio, ya se insistía en eso: si cada uno no contribuye en lo que puede aportar como específico, no se participa en la construcción de la Iglesia, sino que se destruye. Necesitamos una interacción, porque si no se propicia, perdemos credibilidad, como lamentablemente hemos visto en los últimos tiempos”.
Sobre las resistencias a este Pontificado y su apuesta sinodal, expresa que “no significa que haya deseo de atacar un cambio. Una persona que está formada durante 40 o 50 años desde un determinado criterio, no puede cambiar de un día para otro”. Para lograr ese cambio, plantea dos medidas.
“Por un lado, necesitamos la voluntad de la conversión pastoral de esa persona”, comenta el profesor del Boston College, que a renglón seguido señala que “por otro, hay que hacer hincapié en la formación, que es algo que no se ha tocado todavía. Si no abordamos la formación en parroquias y comunidades, las reformas no permean en la base y no pueden cuajar”.
Desde ahí, anima a todos los responsables eclesiales y agentes de pastoral a “recuperar el contacto directo con el pueblo de Dios, y desde ahí, aprender a valorar y discernir. Ahí van a ver nuevas formas de proceder en la Iglesia”.