La Iglesia en la Argentina se prepara para la beatificación de los mártires riojanos. “Son verdaderos mártires, de una época en la que la Iglesia, inmediatamente después del Concilio Vaticano II, tomó conciencia de que no se podía permanecer en silencio de frente a las injusticias sociales o a los grupos de poder que se garantizaban la existencia”, afirmó Giovanni Angelo Becciu, cardenal enviado por el papa Francisco para presidir la celebración.
Wenceslao fue un dirigente de la Acción Católica que en el año 1973 decidió trasladarse de la provincia de Mendoza a la de La Rioja para integrarse al movimiento rural y a un proyecto de cooperativismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia. Tres años más tarde, el 25 de Julio de 1976, en plena dictadura militar, fue asesinado delante de su familia. En su agonía expresó: “Perdonen, no guarden rencor, no odien, yo los perdono”.
Vida Nueva tuvo la oportunidad de dialogar con María Rosa Perdernera, la hija de Wenceslao, el primer laico mártir argentino.
PREGUNTA.- ¿Cómo percibe el clima que se está viviendo en la provincia, previo a la beatificación de los mártires riojanos?
RESPUESTA.- Con mucho entusiasmo, con mucho movimiento debido a distintas actividades que se están llevando a cabo respecto a los cuatro mártires: presentaciones de libros, exposiciones fotográficas…
P.- ¿Qué significa para Ud. y su familia este acontecimiento de fe, donde su padre será beatificado?
R.- Para nosotros, la beatificación de mi padre es un bálsamo que alivia un poco el dolor tan amargo que nos tocó pasar. Lo estamos viviendo con mucha ansiedad, mucha emoción y también mucho nerviosismo.
P.- ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
R.- Los recuerdos de aquel entonces no son los mejores ya que fue arrebatado, siendo brutalmente asesinado frente a su familia, por luchar por otros hermanos y entregar su vida por el Evangelio.
P.- ¿Cómo se vivió familiarmente el duelo ante una muerte tan injusta como la de su padre?
R.- Con mucho miedo. No entendíamos el por qué de tanta brutalidad y ensañamiento. Y aún estando tirado en el piso, bañado en sangre y gritando de dolor, nos pidió que perdonáramos, que no guardáramos rencor hacia los que le habían hecho esto.
P.- ¿Cómo fueron estos años de espera hasta que se hizo justicia con la muerte de su padre?
R.- Seguimos esperando la justicia del hombre, porque se ha suspendido dos veces el juicio, pero seguimos con la esperanza de que algún día, no muy lejano, llegue.
P.- Esta beatificación está muy ligada a la vida de los fieles riojanos. ¿Qué expectativa tiene con respecto a esta celebración?.
R.- Esperamos que sea vivida con alegría, tranquilidad, pero con mucho respeto. Antes jamás se nos cruzó por la mente que esto podía suceder, y decretado por un Papa, nada más y nada menos que argentino. Ahora sentimos que se hizo justicia divina.