Le ofrecieron estudiar Derecho Canónico, pero Juan José Omella rehusó. Lo suyo es la pastoral social. Siempre lo ha dicho. Y este viernes 26 de abril lo ha repetido delante de un centenar de jueces y abogados que participaban en las XXXIX Jornadas de Actualidad Canónica de la Asociación Española de Canonistas (AEC), en Madrid, para justificar que en la ponencia de clausura que le habían pedido -“El Derecho Canónico y la actividad pastoral”- que se iba a ocupar de la persona y de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), “que es lo que más conozco”.
Pero lo hizo de tal manera, desgranado ejemplos de personas sencillas, de sacerdotes, de conversaciones con periodistas, echando mano de “la filosofía parda”, como la denomina, la de los curas de pueblo, “pero de pueblos pequeños”, apostilló, que acabó metiéndose en el bolsillo a un público tan exigente al que, además, invitó a aplicar la norma canónica “al estilo de Jesús: con humanidad y misericordia”.
El cardenal arzobispo de Barcelona, que fue presentado en el salón de actos de la Universidad Pontificia Comillas por la presidenta de la AEC, Lourdes Ruano, reivindicó desde el primer momento la figura del papa Francisco, que “nos ha invitado desde el principio a llevar el gozo y alegría de evangelizar, porque estamos viviendo en una sociedad y en una Iglesia donde todo es desilusión”.
Por ello, Omella exhortó a los asistentes a que “el Derecho Canónico tiene que llevar a la alegría y al Evangelio, a colaborar en la evangelización”, porque “el Derecho Canónico evangeliza cuando se deja iluminar por la DSI. A veces pensamos que solo evangeliza la catequesis, pero los canonistas también lo hacen aplicando el derecho. Todo depende de cómo se vive y se integra con el Evangelio”.
Y según el purpurado, “evangelizamos cuando aplicarnos el derecho al estilo de Jesús de Nazaret, porque a veces tenemos la tentación de pensar que tenemos la razón de todo. Y Jesús no aplicaba así las normas, el se hace así porque soy el obispo o el párroco. No, Jesús aplicaba humanidad y misericordia la norma, sin rebajar el listón de la exigencia, pero con mucho cariño. Y ahí está el arte de hacerlo, que lo tiene el papa Francisco cuando aplica ese talante de pastor, que aunque no esté de acuerdo, no te acusa y te quiere. Es lo de Jesús, ‘vete y no peques más. Nadie te ha condenado. Yo tampoco’”.
En este punto, Omella brindó a los canonistas una serie de “apuntes de un pastor que cree en el derecho y lo respeta, pero está atento a las personas”. Así, a vuela pluma, les fue diciendo, con una formulación muy ‘tuitera’: “El derecho es para el hombre y no el hombre para el derecho; hay que dedicar tiempo a la escucha, hay que dejar hablar a la gente; recuerda que Jesús es nuestro mejor abogado, míralo y pregunta qué haría él en el caso que te ocupa; trabaja para que no se corrompa el sujeto; ponte en el lugar de la persona que tienes delante: acompáñala y trátala como te gustaría que hicieran contigo; la misericordia no es el todo vale, di la verdad, que libera, pero con amor; que tu despacho no sea nunca una sala de tortura, porque el canonista está llamado a apoyar la norma no desde la frialdad, sino desde la cercanía; un abogado y juez y un derecho que no sirven al ser humano, no sirven para nada…”.
Omella aseguró que “el derecho debe ser uno de los instrumentos que hagan posible que la sociedad crezca en todas sus dimensiones y respetando su idiosincrasia. Necesitamos del derecho, pero no vale cualquier tipo de derecho. Tiene que hacer posible el fin de toda comunidad, el crecimiento más pleno de todos sus miembros y tender a la promoción integral de la persona y del bien común”.
Dando por hecho que el Derecho Canónico coincide con el del Estado, recalcó que el fin último del primero, “como el de la Iglesia, es la salud de las almas, y esta es la peculiaridad, que está dirigido a la salvación espiritual individual y colectiva”. Y reivindicó que la Iglesia “ha sabido hacerse intérprete de esta condición central del ser humano”.
“¿Pero es la persona la que realmente preocupa, me pregunto ahora que estamos en campaña electoral?” Y ahí lo dejó, “porque yo no estoy en campaña electoral”, pero sí pidió que se busque “la verdad de la persona y el bien común como meta de la sociedad”.
Porque, según añadió, “en los programas electorales parece que solo pensamos en los míos, los que nos votan, pero hay algo tan elemental como que hay que pensar en todos, porque todos somos ciudadanos y esto es algo que no parece tan evidente. Y si algo es bueno para la sociedad, estés en la oposición o en el gobierno, habrá que hacerlo”.
De esa manera, reconociendo que la familia es central para las personas y la célula básica de la sociedad, volvió a preguntarse: “¿De verdad la familia es el centro en la sociedad actual? Ustedes son testigos, desde su labor, del gran sufrimiento que hay hoy en las familias con sus diversas problemáticas”.
Por ello, el cardenal exigió “más protección para las familias, porque en España es donde menos protección familiar hay detoda Europa. Incluso países con menos tradición cristiana, como Francia, dan mucha más protección a la familia, y eso es denunciable”.
En el mismo sentido se preguntó si tiene que ser el Estado o la familia quien se implique en la educación. “Que los políticos den el cheque escolar y se acabarán las disputas entre la escuela pública y la privada. Pero impera la ideología, y esto hay que decirlo aunque no guste”.