Ninguna misa celebrará mañana, 28 de abril, en las iglesias de Sri Lanka, el II Domingo de Pascua, en lo que es una medida inédita tras la decisión de la jerarquía católica del país asiático para reforzar la seguridad de sus fieles, una semana después de los atentados yihadistas contra tres iglesias y establecimientos hoteleros que se saldó con 253 personas muertas, entre ellas, una pareja de jóvenes gallegos, ya repatriados, y cuyo funeral será presidido esta tarde por el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio.
En declaraciones recogidas por la Agencia Associated Press, el cardenal arzobispo de Colombo, Malcolm Ranjith, aseguró que había visto un documento de las fuerzas de seguridad que describía a las iglesias católicas romanas y de otras confesiones como un objetivo importante, por lo que pidió a los fieles del país que se quedaran en casa por su propia seguridad. “No queremos que lo sucedido se vuelva a repetir”, dijo Ranjith.
“Hemos suspendido todas nuestras misas hasta nuevo aviso”, dijo en una rueda de prensa el cardenal, que anunció que la eucaristía se transmitirá a través de la televisión nacional para que los fieles puedan participar de los oficios religiosos desde la seguridad de sus hogares.
Piden que los musulmanes no vayan a las mezquitas
Se trata de una petición extraordinaria, y que habla del caos y desconcierto generados tras los ataques suicidas del Domingo de Resurrección, reivindicados por el Daesh. Contactado por la citada agencia de prensa, Giovanni Maria Vian, historiador de la Iglesia y editor emérito de L’Osservatore romano, dijo que creía que era la primera vez que la Iglesia cancelaba misas en todo un país por razones de seguridad.
Las fuerzas de seguridad del país también habrían recomendado a la comunidad musulmana quedarse en casa para las oraciones del viernes en las mezquitas por temor a represalias y a que continúen los atentados, pues según las autoridades alrededor de un centenar de fundamentalistas siguen sueltos y tienen acceso a explosivos.
De hecho, en la madrugada del viernes 26 de abril, se reprodujeron enfrentamientos entre miembros del ejército y presuntos terroristas que se saldaron con al menos quince muertos, en un nuevo capítulo en la rápida desestabilización de un país multiétnico de 21 millones de habitantes (7,4 % de cristianos, 70,2% de budistas, 12,6 % de hinduistas y 9,7 % de musulmanes) que llevaba disfrutando de una década de paz después de 35 años de guerra civil.