“Al principio del Pontificado, el Papa no se veía un reformador”. Con esta contundencia, el secretario del Consejo de Cardenales, Marcello Semeraro, se dirigió a los participantes del seminario internacional ‘Una Iglesia sinodal: de Pablo VI a Francisco’, organizado por la Fundación Pablo VI y coordinado por PPC Editorial. Semeraro quiso trasladarles la idea de que la reforma que plantea el Papa actual no se trata de un hecho inédito y momentáneo sino “un elemento constitutivo propio de la Iglesia, acorde con el dinamismo espiritual propio de Cristo”.
Tomando como partida la exhortación programática de Francisco, ‘Evangelii gaudium’, el también obispo de Albano comentó cómo el Papa argentino busca, ante todo, “iniciar procesos, privilegiar acciones que generen nuevos dinamismos” que, de alguna manera, “impliquen a muchas personas”. “Cuando habla de la reforma de la Curia romana no la separa de la reforma de la Iglesia, sino que principalmente habla de la reforma de la Iglesia”, matizó, enmarcando aquí el concepto de Iglesia como hospital de campaña.
Concepto compartido
“El modo de entender la reforma por Francisco no dista del concepto de reforma de Pablo VI”, aseveró, para justificar que “la teología de Montini tiene una influencia determinante en el Papa actual”.
“La reforma de la estructura exige un cambio pastoral y una transformación misionera”, comentó, para hacer hincapié en que el objetivo de Francisco pasa “por el rejuvenecimiento de la Iglesia”. “Por eso, para él resulta vital es discernimiento como un instrumento para generar ese cambio espiritual necesario”, añadió.