Bajo los hombros de Fabio Baggio, sacerdote scalabriniano, pesa la gran tarea de anunciar al mundo la necesidad de construir la ‘cultura del encuentro’. Desde el 1 de enero de 2017, el papa Francisco lo puso en esos derroteros como subsecretario de la sección de migrantes y refugiados del dicasterio para el desarrollo humano integral, responsabilidad que comparte con su colega el jesuita Michael Czerny.
Tras su paso por Bogotá, en el marco del II encuentro de Puentes de Solidaridad, el presbítero conversó con Vida Nueva para tratar sobre la situación en la región, especialmente de la crisis migratoria venezolana, que a través de este programa han logrado atender alrededor de medio millón de personas en menos de un año y, según sus palabras, es el único que integra en el mundo a 10 conferencias episcopales en materia de movilidad humana.
“La tierra que yo elijo es mi patria y eso va mucho más allá de un pasaporte”, de este modo el funcionario de la Santa Sede define la situación de muchos que ha decidido salir de su tierra, al tiempo que destacó la importancia de no perder las raíces, porque “el sentimiento patrio que llevamos por dentro sale de la tierra que hoy nos regala la posibilidad de crecer y vivir, por tanto tengo que amarla, quererla, como mi segunda patria”.
PREGUNTA.- ¿Cuál es el balance que hace de Puentes de Solidaridad desde su lanzamiento en mayo de 2018?
RESPUESTA.- “Llevamos 12 meses de trabajo con ocho conferencias episcopales, faltan dos que se juntaron ahora como la de Venezuela y Uruguay, es asombroso y maravilloso el trabajo que se pudo realizar en tan solo un año de actividad.
Le pedí a todos los encargados a nivel nacional, que evaluaran por porcentaje del alcance respecto al proyecto inicial. Tengo que decir que se ha hecho mucho más de los que teníamos previsto y esto no es solamente gracias al trabajo desde Puentes o a sus financiadores, sino a raíz de la llegada de voluntarios, quienes con su aporte dan el buen ejemplo.
Desde la sección de migrantes del Vaticano lo que nos gustó más fue ver 10 conferencias episcopales que trabajan juntas, creo que hemos buscado alrededor del mundo y definitivamente es el único proyecto en el mundo que involucra a 10 conferencias episcopales en el ámbito migratorio, en este caso, es una respuesta que es efectiva y al mismo tiempo, afectiva y solidaria.
P.- ¿Hasta el momento cuál es el número de personas atendidas con este programa?
R.- “Nuestra idea inicial era la de alcanzar medio millón de personas directa e indirectamente por medio de las distintas actividades de proyectos, algunas actividades de formación, otras de atención directa. En estos 12 meses ya hemos alcanzado esta cifra, por lo cual tranquilamente en 24 meses ya alcanzaremos más del millón de personas”.
P.- ¿Qué tan pendiente está el Papa de Puentes de Solidaridad?
R.- “En el corazón del Papa es que nace esta iniciativa, fue el Papa el que nos mandó a escuchar a las conferencia episcopales para ver como podíamos asistir a los venezolanos en todo este proceso migratorio. Como bien saben la sección de migrantes y refugiados tiene al Papa como director, el dirige personalmente esta sección, por lo cual cualquier tipo de actividad que nosotros comencemos funciona en la medida que el Santo Padre nos pide que la hagamos”.
P.- ¿Cómo se preparan ante el eventual agudizamiento de la crisis migratoria venezolana?
R.- “Esta es la misma pregunta que nos estamos haciendo en otras áreas geográficas del mundo, que están haciendo experiencia de desplazados, refugiados y migrantes, que van transitando por fronteras. Son muchas las zonas en el mundo viviendo esta situación y el pensar que este tipo de migración, que sale producto de la desesperación muchas veces o de condiciones que no le son favorables en búsqueda de condiciones mejores o simplemente buscando vida digna.
Son situaciones que se comparten en muchas partes del mundo. Muchas veces de temporales, se transforman en permanentes y hay que cambiar la perspectiva, de lo que sí hay urgencia, y voy a utilizar los cuatro verbos [acoger, proteger, promover e integrar] que el Papa nos regaló, de la acogida comenzar a pensar en la protección, a su vez proteger a la promoción de los migrantes y más importante a su integración.
Si miramos a mediano y a largo plazo, hay que pensar que en los países que estuvieron en tránsito en el pasado, tendrán que plantearse cómo las personas se podrán integrar dentro de estas sociedades y ese es el desafío más grande, porque a veces lo que ocurre es que la asistencia humanitaria suscita la generosidad y solidaridad de muchas personas en el mundo, no sucede lo mismo con los otros verbos, por tanto habrá que buscar proyectos para que todo el mundo tanto venezolanos, otros migrantes y los propios locales puedan participar de este gran plan.
P.- ¿Puentes de Solidaridad que nació pensando en los venezolanos puede convertirse en un programa más amplio?
R.- “De hecho, ya se convirtió. Los directores nacionales nos estaban diciendo que han atendido a muchos otros migrantes, incluso procedentes de Asia y de África, que transitan por estas mismas rutas que los venezolanos. Entre los objetivos de Puentes se establece también atender a las comunidades locales, no podemos olvidar que muchas de estas localidades que ven transitando o reciben a estos migrantes se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Esta permanencia de migrantes y refugiados se puede convertir en una oportunidad para el desarrollo local y creo que este es el cambio de mentalidad que debemos impulsar tanto a nivel de Iglesia como en toda la sociedad. Desde la Iglesia se viene haciendo, nuestro dicasterio es de desarrollo humano integral, para mirar como la presencia misma de estas personas puede transformar el entorno, muchos de ellos son personas de buena voluntad, quienes quieren contribuir con las comunidades que los reciben”.
P.- ¿Cómo entonces lograr que este mensaje cale en la población y poder bajar los grados de xenofobia que se han visto en algunas zonas?
R.- Si lográramos pensar que las personas que llegan vienen para enriquecer enormemente a nuestras comunidades, si comenzamos a pensar distinto saliendo del tema de la emergencia y pensando a largo plazo, estoy seguro que mucha gente podría entender que la xenofobia, que la intolerancia, que la discriminación, simplemente llevan al conflicto.
Ahora bien, hablando muy directamente de todos los sufrimientos que tuvo América Latina con respecto a conflictos que se dieron, la fundamentación fue siempre discriminación, bien sea por clase social, color de piel, por distinta fe, por tanto debemos aprender de nuestra historia y no podemos cometer los mismos errores; cuidado con la xenofobia y la discriminación, cuidado con la intolerancia.
Recordando este pasado, ahora nos toca a nosotros, abrimos las puertas, construimos el futuro juntos, vamos a ver cómo la presencia de ellos puede ayudarnos. Esto no significa obviamente que la gente no pueda tener miedo, el miedo es normal, sale por la falta de conocimiento. Como cristianos no podemos dejarnos llevar por el miedo y se vence con el encuentro, lo que el Santo Padre llama la cultura del encuentro, por lo cual escuchemos las historias de esta gente que llega, escuchemos sus sueños, sus aspiraciones y vamos a ver cómo coinciden con los nuestros”.