Silvio José Báez ya está en Roma. El obispo auxiliar de Managua, al que el Papa pidió que dejara su tierra después de recibir amenazas de muerte por su firme oposición a la deriva autoritaria del Gobierno nicaragüense, llegó este martes, 30 de abril, al aeropuerto de Fiumicino, donde una decena de compatriotas le recibieron entre abrazos y banderas de la nación centroamericana. Báez explicó a Vida Nueva que “no se atrevería” a decir que es un exiliado político en el Vaticano, aunque reconoció su “tristeza” por verse obligado a dejar Nicaragua.
PREGUNTA.- ¿Qué va a hacer en Roma?
RESPUESTA.- Vengo en obediencia al Santo Padre, que me pidió que me viniera de Nicaragua. Exactamente no sé qué tengo que hacer. Aparte de que voy a vivir en una comunidad de mis hermanos carmelitas, no sé nada más ni por cuánto tiempo vengo. Simplemente he obedecido al Papa.
P.- ¿Qué perspectivas tiene para su país?
R.- La situación es muy compleja. La única salida pacífica es el adelanto de las elecciones. El Gobierno actual es ilegítimo, gobierna solo por la fuerza de las armas y de la represión violenta. Así no se puede sostener un Estado. La única salida es que se abra a adelantar las elecciones y le dé la oportunidad al pueblo de Nicaragua de decidir su futuro. Mientras tanto, la situación no tiene salida. Las actuales negociaciones no tienen ningún futuro porque el Gobierno no tiene voluntad política de ceder nada y lo único que desea es continuar en el poder.
P.- ¿Viene usted con dolor?
R.- Sí, con dolor y con mucha tristeza por no estar en medio de mi pueblo en un momento tan difícil como este. El corazón del pastor está hecho para vivir en medio de la gente, sobre todo en medio de un pueblo tan sufrido como es el de Nicaragua. Mi misión ha sido en nombre de Jesucristo estar ahí, consolar, dar esperanza, acompañar. Es una obediencia dolorosa, pero como creyente y como obispo también es importante escuchar la voz del Santo Padre, que para mí es una mediación eclesial importante para descubrir la voluntad de Dios, aún en medio de la oscuridad y del dolor.
P.- ¿Se considera un exiliado político en el Vaticano?
R.- No me atrevería a decir eso, porque siempre he definido esto como un acto de obediencia al Papa.
P.- ¿Qué le dice a los nicaragüenses que no acaban de entender su marcha?
R.- He invitado a la gente a confiar y a tener esperanza en los caminos de Dios, que a veces no son los nuestros. Lo único que me guía es la fe, la fe en el Señor, en la Iglesia y un gran amor por mi pueblo. Estoy en las manos de Dios. El futuro ya veremos qué nos depara.