2 de mayo: memoria de Jerónimo Merino, un cura guerrillero contra Napoleón

  • Hoy se cumplen 211 años desde que Madrid se levantara en armas contra el invasor francés
  • Muchos sacerdotes y religiosos lucharon contra un ejército que devastó cientos de iglesias
  • El cura Merino también apoyaría a los Cien Mil Hijos de San Luis y participó en la Primera Guerra Carlista

Cura Merino

Este 2 de mayo se cumplen 211 años desde que el pueblo de Madrid se levantara en armas contra el invasor ejército francés y la consiguiente represión por este. Un baño de sangre que dio inicio a la Guerra de Independencia (1808-1814), que, junto a su derrota en Rusia, acabaría siendo el principio del fin para Napoleón.

Como en tantos otros, lo religioso jugó un papel clave en este avatar histórico. Así, fueron muchos los sacerdotes y religiosos (y hasta obispos y abades) que empuñaron sus armas contra unas tropas que, en esos años, devastaron buena parte de nuestro patrimonio artístico y cultural, destrozando templos e imágenes.

Dejó su pueblo

El más icónico de todos ellos fue Jerónimo Merino, el cura Merino, que se convirtió en un conocidísimo guerrillero, dejando su pueblo burgalés, Villoviado, tras ser testigo de las atrocidades de los franceses contra sus vecinos. Pasó entonces a recorrer los montes de media España y a refugiarse en cuevas, siempre vestido de paisano. Algunas de sus principales gestas se dieron en Lerma, Dueñas, Roa, Quintanar de la Sierra, Hontoria del Pinar u Hontoria de Valdearados, siendo, ya coronel, un quebradero de cabeza para generales galos como Duvernet o Marmont.

El cura Merino concluyó la guerra como gobernador militar de Burgos. Derrotado al fin Napoleón, volvió, sin más, a retomar su labor pastoral en Villoviado. Pero la historia nacional no le fue indiferente… De ideas absolutistas, fue un fiel apoyo de Fernando VII, que retornó a España como ‘el Deseado’. Pese a ello, el monarca ignoró a las Cortes constituidas en Cádiz y se negó a jurar la Constitución, La Pepa, en cuya elaboración participaron también destacados representantes del clero y la vida religiosa. Fueron años de régimen absolutista, hasta que el levantamiento de Riego dio paso al Trienio Liberal (1820-1823).

Guerra y exilio

En esa época, el sacerdote volvió a echarse al monte y formó parte de la guerrilla fernandina, apoyando la invasión de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, provenientes, significativamente, de Francia. Reinstaurado en sus facultades absolutas, Fernando VII ejecutó a Riego y gobernó hasta el final de sus días controlando todo el ejercicio del poder. A la muerte del bautizado como sus críticos como ‘Rey Felón’, en 1833, estalló la Primera Guerra Carlista, entre los partidarios de su hija Isabel II, que se apoyó en los liberales, y los de su hermano Carlos María Isidro, el Pretendiente, bastión de la España más reaccionaria.

Aquí también tuvo un fuerte protagonismo el cura Merino, que dirigió el alzamiento carlista en Castilla la Vieja, participando en los sitios de Morella y de Bilbao. Tras la victoria isabelina y la implantación de un régimen liberal en España, el sacerdote se exilió en 1839 a Francia, instalándose en la villa de Alençon, acompañando a una comunidad religiosa femenina.

Murió allí en 1844, cuando contaba con 75 años. Sus restos tardaron más de un siglo en regresar a España. Fue el 2 de mayo (significativa fecha) de 1968 cuando se inhumaron definitivamente en el cementerio de la localidad burgalesa de Lerma, frente al convento de Santa Clara.

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