Aunque parezca complicado afirmarlo, por los muchos años que lleva Venezuela instalada en una aguda crisis social y política, el país está viviendo sus horas más dramáticas desde que, el 30 de abril, Juan Guaidó y un liberado Leopoldo López iniciaran la llamada fase final de la ‘Operación Libertad’, marchando con varios militares al centro de Caracas desde la base aérea de La Carlota, llamando a hacer lo propio en todos los municipios.
Vida Nueva ha podido contactar, este jueves 2 de mayo, con el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, José Luis Azuaje, quien ayer pronunció un breve discurso en la sede del Episcopado cuya esencia reprodujo la cuenta de Twitter de la institución eclesial. “Este 1 de mayo se ha recrudecido la represión y la violencia por parte de efectivos de seguridad del Estado y colectivos armados. Los detenidos y heridos han ido en aumento”, denunciaba el arzobispo de Maracaibo, que, a su vez, llamaba a “respetar la dignidad y los derechos humanos de los ciudadanos y a la libertad de poder protestar pacíficamente”. Por todo ello, concluía contundente, “exigimos el fin de la represión”.
La ‘dieta Maduro’
En conversación con esta revista, Azuaje ha ido más allá: “El pueblo venezolano está sufriendo cada día más. El empobrecimiento voraz al que sido sometido clama al cielo: cada día hay más desnutrición infantil y a toda la población se le ha dado la llamada ‘dieta Maduro’, es decir, carencia de nutrientes, de agua, de medicamentos, de luz eléctrica, de justicia, de verdad”.
“El Gobierno -lamenta- no tiene nada que ofrecerle al pueblo para resolver estos problemas porque ha quebrado todo el parque industrial y productivo, empezando por la empresa petrolera, que funciona por inercia. Por no hablar de las instituciones públicas, que han perdido su misión”.
Se buscan soluciones
Debido “a todas estas realidades de deterioro, se están buscando en el país salidas a la crisis, que pasan por excluir de todo organismo de autoridad a quienes se encuentran haciendo uso del poder en beneficio propio y de pequeños sectores”.
Así, “lo sucedido el día 30 es parte de un proceso de toma de conciencia de la necesidad de cambios radicales para recomponer el país, cosa que no se puede hacer con los equipos actuales en el Gobierno. Las concentraciones del día primero corroboran esto. La gente desbordó las calles, ha tomado la decisión de acudir a los llamados necesarios para lograr ver posibilidades futuras. Lamentablemente, algunos militares y colectivos reprimieron brutalmente a la población civil. Muchos ponen en duda que, si quienes portan esos uniformes, son llegados de otros países, porque el venezolano no es violento, a menos que sea una persona sin valores y sin familia”.
“Como obispos -concluye Azuaje- hemos pedido el cese de la represión. Es hora de la cordura, de la racionalidad. Basta de tanta injusticia y maltrato al pueblo”.