El 28 de abril el provincial de los maristas, César Augusto Rojas Carvajal, fue elegido por la Asamblea de Superiores Mayores nuevo presidente de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) para el trienio 2019-2022.
Tras su primera semana al frente de la CRC, el Hno. César comparte con Vida Nueva sus motivaciones en este nuevo servicio y los derroteros que deberá asumir la vida religiosa ante la coyuntura nacional.
Nueva misión pastoral
Pregunta.- ¿Cómo recibe esta nueva misión de animar a la vida religiosa colombiana?
Respuesta.- Son varios los sentimientos que me surgen ante esta nueva misión pastoral. Primero la recibo como mediación del Espíritu de Dios para servir a la vida religiosa colombiana en estos momentos tan cruciales que vivimos como nación y como Iglesia. También la recibo con mucha humildad, pues soy consciente que a pesar de mis limitaciones, tendré un valioso equipo de religiosas y religiosos dispuestos a caminar juntos en esta bella y desafiante tarea. Y también la recibo como un desafío, nos acompaña el deseo de seguir discerniendo juntos los caminos de fidelidad al anuncio del Reino en el hoy de nuestra nación.
Icono inspirador
P.- ¿Cuáles serán los grandes derroteros para este trienio a la luz de la Asamblea de Superiores Mayores que acaba de celebrarse?
R.- Indudablemente el icono inspirador de las Bodas de Caná para la vida religiosa en América Latina y el Caribe, es el gran derrotero que nos orientará a lo largo de este período. Como Iglesia en comunión, la vida religiosa y sus diversos frentes deberán estar en sintonía con ese hermoso pasaje del Evangelio y todo lo que conlleva. Asimismo, el reciente sínodo para los jóvenes como el próximo sínodo Panamazónico, serán dos aspectos claves que marcarán las diversas facetas a implementar en los planes y proyectos que se propondrá la Conferencia para este nuevo trienio.
Los clamores del país
P.- De cara a la realidad del país, ¿qué temas deberán abordarse para que los religiosos y religiosas sean ‘vino nuevo y bueno’?
R.- El icono de las Bodas de Caná nos impulsa a fortalecer nuestra vida y misión como religiosos y religiosas en Colombia. Estamos frente a una coyuntura compleja a nivel nacional e internacional. El país continúa muy polarizado, el fenómeno migratorio se agudiza y los niveles de probreza y necesidad aumentan; nuestro pueblo necesita escuchar y percibir el testimonio de hombres y mujeres sembradores de vida, esperanza y alegría.
Desde nuestras comunidades, con nuestra oración, en el apostolado que se realiza, en la palabra que promulgamos, ese “vino nuevo y bueno” debería permear la sociedad colombiana, y la vida religiosa sigue llamada a sembrar la semilla del evangelio en el corazón de los hombres y mujeres.
El planeta no da espera
P.- Con relación al sínodo Panamazónico, ¿cuáles son los principales desafíos que se vislumbran para la vida religiosa colombiana en la Amazonía?
R.- Este es un tema desafiante, no sólo para la vida religiosa sino para toda la humanidad. Somos conscientes que este es un momento decisivo para la supervivencia y cuidado del planeta Tierra. Laudato Si nos ha invitado a ser concientes de la gran riqueza de nuestra casa común, pero también del gran peligro que significa la destrucción masiva que se viene presentando.
Considero que el Sínodo Panamazónico nos permitirá crear conciencia de ese hermoso territorio que hace parte de nuetra nación, conocer más a fondo la acción que la lglesia y específicamente la vida religiosa realiza allí, y por qué no, soñar en una misión pastoral que implique varias congregaciones que se han mostrado interesadas en una acción y presencia concreta en ese territorio.
Ser hermano hoy
P.- Desde su carisma marista y como religioso hermano, ¿cuál será su talante en la animación de la CRC?
R.- Yo me siento muy feliz de mi vocación como Hermano y del estilo específico que quiso darnos nuestro fundador, san Marcelino Champagnat. El soñó con una congregación de religiosos hermanos que llevasen el nombre de María, con el único fin de educar a los niños y decirles cuanto los ama el Señor. La fraternidad, la sencillez en el trato, el amor al trabajo y una profunda devoción a la santísima Virgen son aspectos que intento encarnar en mi vida como religioso marista y considero serán el estilo que quiero promover para la animación de la Vida Religiosa en Colombia.
La ‘buena Madre’ es la que nos dice “Hagan lo que Él les diga. Ya es la hora”; en ella y desde la consolidación de una Iglesia con rostro mariano, en la que ella reunida con los discípulos experimenta el gozo y la alegría Pascual, quiero generar muchos espacios de encuentro, escucha, diálogo, discernimiento, y soñar grandes utopías donde todos los religiosos y religiosas del país nos sintamos apasionados por el anuncio del Reino.
Foto: archivo propio.