Europa

Francisco hace en Bulgaria un llamamiento “por una paz que se extienda por toda la Tierra”





Ante las llamas de las antorchas encendidas por los niños, ramas de olivo y rosas – los símbolos de la paz y de Bulgaria, respectivamente – el papa Francisco ha hecho durante la tarde de hoy un llamamiento “por una paz que se extienda por toda la Tierra”. Lo ha hecho en la Plaza Nezavisimost de Sofía, donde ha presidido un encuentro por la paz al que han acudido los representantes de las distintas confesiones religiosas presentes en el país.

Estas antorchas representan “el fuego del amor que arde en nosotros y que debe convertirse en un faro de misericordia, de amor y de paz en los ambientes en los que vivimos”, ha apuntado Francisco. Un faro que, tal como ha señalado, le gustaría “que iluminara el mundo entero” y que “derritiese el hielo de las guerras” con “el fuego del amor”.

“En este lugar, durante siglos, los búlgaros de Sofía pertenecientes a diferentes grupos culturales y religiosos se concentraban para reunirse y discutir”, ha recordado el Papa, que ha deseado que este lugar simbólico “represente un testimonio de paz” en un momento en el que “muchas voces han sido silenciadas por las guerras, mutiladas por la indiferencia e ignoradas por la complicidad aplastante de grupos de interés”. A ellos, así como a los representantes de las distintas confesiones, les ha instado a cooperar en la “realización de la aspiración” de lograr la paz, como era el deseo del papa Juan XXIII: construir “una tierra en la que la paz se encuentre en casa”.

“Instrumento de tu paz”

El encuentro por la paz se ha llevado a cabo en las ruinas de la antigua Serdica, en Sofía, corazón de Bulgaria. Un lugar donde se alzan los lugares de culto de diferentes Iglesias y confesiones religiosas: la ortodoxa Santa Nedelia; el templo de San José, católico; una sinagoga “de nuestros hermanos mayores, los judíos”; y la mezquita de “nuestros hermanos musulmanes”. Además, muy cerca del lugar, se encuentra también la iglesia armenia.

Como eje central del acto se ha tomado la figura de San Francisco de Asís, “gran enamorado de Dios Creador y Padre de todos”. Del santo se ha leído el ‘Cántico de las criaturas’, así como una oración, por la cual el Papa ha deseado que cada uno de los presentes “allí donde se encuentre”, pueda decir “hazme un instrumento de tu paz”. El amor al Padre fue “lo que llevó a San Francisco a ser un auténtico constructor de paz”, por lo que, “siguiendo sus huellas, estamos llamados a ser constructores, artesanos de paz”.

Una paz, en definitiva, “activa y armada” contra todas las formas “de egoísmo e indiferencia que nos hagan poner los intereses mezquinos de algunos sobre la dignidad inviolable de cada persona”. Una paz que reclama “que hagamos del diálogo un camino” y de la colaboración “nuestra conducta”, que permita a todas las personas encontrarse “en lo que nos une”, respetarse “en lo que nos separa” y ser capaces de mirar el mañana “como un espacio de oportunidad y de dignidad, especialmente para las generaciones que vendrán”.

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